Sotillo de Rioja es una minúscula y poco habitada localidad del municipio burgalés de
Redecilla del Campo, en un estrecho y pelado
valle al pie del cerro Zumarraca, atravesado por el
río San Julián, en el límite con la comunidad de
La Rioja, en la zona conocida como Riojilla Burgalesa, en la comarca de los
Montes de Oca.
Todas estas tierras que se encuentran entre los Montes de Ayago al sur, y los márgenes del río Tirón al oeste y norte, han sido el
refugio ante los invasores celtas,
romanos, visigodos, vascos, musulmanes, navarros y castellanos.
Su primer rastro sin embargo se remonta al año 1073, cuando su nombre aparece escrito por primera vez en el cartulario de san Millán de la Cogolla
En el siglo XVIII su jurisdicción era de señorío y su titularidad la ostentaba el duque de Frías que era quién designaba al regidor ordinario.
Ocupa el
caserío una suave ladera, ya casi en el fondo del valle, en un entorno de tierras de labor, y lo primero que el visitante ve al llegar a este pequeño
pueblo es su
iglesia dedicada a San Blas, muestra arquitectónica más importante de la localidad. El templo
gótico, levantado a partir de una estructura
románica de la que se conservan el
ábside, también reformado, la
portada y seguramente buena parte de la caja de la nave. Construido a base de sillería y mampostería, con tardías reformas que se hicieron siguiendo los mismos métodos que dominan la
arquitectura popular de la zona, es decir, entramado de madera con plementería de encofrado.
Sus habitantes comparten con sus vecinos los riojanos la
historia, el lenguaje, el
comercio, y muchas
costumbres y usos culturales.