ADIÓS GONZALO. Que tañe la
campana del recuerdo, para que su nostálgico sonido llegue al tojo y al arroyo, donde pescábamos. Al solitario
palomar que un día invernal con fuerte cellisca acudimos a proveer de
comida a las palomas. A los sórdidos bodegones. A los sotos y ribera y, al
campo yerto que nuestros jóvenes pies tanto hollaron.
Como no recordar, aquella tu
vaca traviesa, que ansiosa de aventura, guiada por su instinto se fue rumbo al norte en busca de verdes praderas. Apareció "no se donde"
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