A mi suegra no le pude dedicar este poema, que se lo escribí en Cartas al Director, con motivo de su fallecimiento.
Mucho de lo que sé de Tardajos y de Rabé, y hasta mi nombre se lo debo a ella. Porque yo era Mari y ella puso Carmen en mi bata de peluquera. Pensé que había errado el camino estudiando, y quise probar en la formación profesional.
Ahí me di cuenta que lo mío era escribir, nada mas.
Mucho de lo que sé de Tardajos y de Rabé, y hasta mi nombre se lo debo a ella. Porque yo era Mari y ella puso Carmen en mi bata de peluquera. Pensé que había errado el camino estudiando, y quise probar en la formación profesional.
Ahí me di cuenta que lo mío era escribir, nada mas.
¿Habéis oído algún día decir que yo era periodista? Ayer Chema habló con desprecio de los periodistas, y de los seudoperiodistas. A mi, que no he presumido nunca de ser lo que no soy no se pudo referir. Así que sería a los él frecuenta y no dicen lo que él quiere que se diga y cuando él lo dice. Lo mío, como digo es escribir y nada más. Sin más pretensiones. ¿Cuántos periodistas no hay hoy día en paro! Yo sin serlo, sigo escribiendo, nada más y porque me gusta y porque siempre lo hice. Prosa y versos, como podéis ver en esta foto. A mi madre y a mi suegra, dos grandes mujeres castellanas que vivieron dando lo mejor que tenían a los suyos. E inculcándonos valores éticos y morales, si un día quisimos tomarlos como nuestros. Mucha valentía también, porque de la mejor manera que se aprende es con el ejemplo, y de ello, ellas dieron todo su ejemplo porque fueron mujeres ejemplares en sus vidas.
Por otra parte es que los tiempos cambian y hubo un tiempo en que yo era muy alabada por quien justo ayer me volvía a quitar la palabra por enésima vez desde que tomó el mando del pueblo, despreciando lo que tanto decía que le gustaban de mi, las palabras. Que está en un error, porque si una quiere va a hablar donde mejor le plazca, sin tapujos, y a la vista de cualquiera quiera acercarse a este foro ciudadano.
Es de lo que siempre presumí, de ser una ciudadana responsable de mis actos y palabras, y cuando no estoy segura, rectifico, corrijo, mejoro...
"Mira lo importante que soy", me decía, "que he estudiado los fados portugueses", porque un día se apuntó a la escuela de idiomas, y su trabajo fue acerca de los fados. Todo a base de estudio encaminado a un fin concreto como es el de mandar en un pueblo, calculadoramente, buscando amistades que le pudieran hacer ese favor para un día llegar, y ese día, despreciar, pisar y defraudar a a quien había creído en su cara afable y sus halagos de antaño. ¡Ay queridos niños cuánto nos ha abierto los ojos este señor!
Pagar mal por bien que le hicieron, enajenar por el calor y el acogimiento de unos chavales que podrían haber sido sus hijos, que no tuvieron la formación que él por las características propias de un pueblo rural tan cerca de lo urbano. A caballo, diría yo, donde se pierde mucho de lo genuino de un pueblo en pos de la ciudad.
Y porque el que tanto sabía no decía lo que pensaba de ellos en su momento, aguardando tiempos mejores para llegar a donde quiso llegar. Cuando una siempre dio la cara, y dijo lo que pensaba a la cara con el fin de mejorar, no de arrebatar. Es lo que hay ahora, y lo que hay que combatir, con palabras. ... (ver texto completo)
Por otra parte es que los tiempos cambian y hubo un tiempo en que yo era muy alabada por quien justo ayer me volvía a quitar la palabra por enésima vez desde que tomó el mando del pueblo, despreciando lo que tanto decía que le gustaban de mi, las palabras. Que está en un error, porque si una quiere va a hablar donde mejor le plazca, sin tapujos, y a la vista de cualquiera quiera acercarse a este foro ciudadano.
Es de lo que siempre presumí, de ser una ciudadana responsable de mis actos y palabras, y cuando no estoy segura, rectifico, corrijo, mejoro...
"Mira lo importante que soy", me decía, "que he estudiado los fados portugueses", porque un día se apuntó a la escuela de idiomas, y su trabajo fue acerca de los fados. Todo a base de estudio encaminado a un fin concreto como es el de mandar en un pueblo, calculadoramente, buscando amistades que le pudieran hacer ese favor para un día llegar, y ese día, despreciar, pisar y defraudar a a quien había creído en su cara afable y sus halagos de antaño. ¡Ay queridos niños cuánto nos ha abierto los ojos este señor!
Pagar mal por bien que le hicieron, enajenar por el calor y el acogimiento de unos chavales que podrían haber sido sus hijos, que no tuvieron la formación que él por las características propias de un pueblo rural tan cerca de lo urbano. A caballo, diría yo, donde se pierde mucho de lo genuino de un pueblo en pos de la ciudad.
Y porque el que tanto sabía no decía lo que pensaba de ellos en su momento, aguardando tiempos mejores para llegar a donde quiso llegar. Cuando una siempre dio la cara, y dijo lo que pensaba a la cara con el fin de mejorar, no de arrebatar. Es lo que hay ahora, y lo que hay que combatir, con palabras. ... (ver texto completo)