Hasta las rosas estuvieron impacientes por ver la función de calle. Hubo sillas para todos. Yo que siempre me estoy quejando con eso de las sillas... pero si no me siento luego. No tengo remedio. Niño que no llora... Fijaos que quejarse no es malo si alguien te hace caso. Y si no, acordaos de esa mujer que pedía tanto y tanto le daba el buen clérigo. Hasta un alcalde por marido. Lo que ella quería era mandar. Y luego, si te he visto, ni me acuerdo. ¡Qué buena estuvo la historia!