No podéis imaginar los progresos que ha hecho mi estupendo Sami. Es ya un perrito ejemplar, este singular perro burgalés, perdiguero de Burgos, por más señas, de una refinada educación de la que me siento muy orgullosa desde que lo tengo a mi cuidado. Le encanta el campo tardajeño y sus arroyos, en los que bebe y se baña. Una palabra mía, y viene obediente y leal a mi como un corderillo. ¡Quién lo diría con la mala fama que tenía! Que cargaba con las culpas que no le pertenecían y ahora que está...