Nos gustaba conversar en el viejo convento a Timoteo Marquina y a mí. Él me contaba acerca del pasado y yo del presente. Él acerca de las dos tendencias en el antiguo seminario que iba a liquidar sus días, que me decía que él era de izquierdas, si se puede entender con eso que le gustaba García Lorca, que comprendía el tema de la libertad, la cultura que al pueblo se le debía dar tal como él sí enseñó a sus alumnos. La libertad distinguiéndola del libertinaje. Yo, a su lado una alumna más, al término... Si Timoteo Marquina levantara la cabeza, ¡madre mía! la carta al director que iba a enviar. Como yo lo admiraba y aprendí de él, ahora lo critico yo.