Y de vez en cuando este precioso canal lo llenan de escombros. ¡Qué pena acabar así una construcción que en su día llevó agua y de la buena! Fíjate Antonio que sin haber leído esto te escribiste lo he estado haciendo. Mentes comunicadas, debe ser.
Gracias, Antonio, es preciosa, a ver si todavía en el 2017 vuelve a nevar y que lo haga con ganas porque los manantiales de siempre se están secando. Tenemos España convertido en un secarral de norte a sur, de este a oeste. Agua necesitamos, la verdad. Y la verdad, también. Es lo único que puede sanar las heridas. Esto promete, os lo digo yo que siguen cayendo copos como plumas de cisne. Estos chopos han crecido por sí solos, sin que nadie los haya sembrado, porque lógicamente a nadie se le va a ocurrir poner árboles en un canal donde debe discurrir el agua. Por aquí pasaba la vieja conducción del agua de los Canales del Arlánzón. Un canal de agua limpísima que tomaba el agua, río arriba y no río abajo, como la que ahora soportan los regantes: llena de impurezas, pecina, lodos, berrañas... que anegan todo por donde pasan.
Pero como ahora ya no pasa nada por aquí, los árboles crecen...