Lo primero es purgarlos sin nada más que tiempo hasta que vayan soltando sus porquerías interiores, como dos o tres días sin comer.
Después, echarles sal y mucho lavado. Y ya listos para ser cocinados. Que la limpieza continúa, según la receta de Lidia de Río de Losa. Cada cual luego les aplica su propia receta, que contra gustos no hay nada escrito.