A CARMELA
No me cabe duda
que vino un rayo
del cielo a buscarte
toda lozana y fresca,
a llevarse una rosa abierta.
Trigo de muchas lunas
con caricias y amor de madre,
desgranado en tu gran familia,
entregado a los amigos y los vecinos.
Trigo desgranado en los paseos,
rozándote el viento en la mañana,
y acariciando tu rostro al caer la tarde;
Dorada como el trigo en el verano y
feliz entre risas y juegos de naipes.
¡Ay Carmela! Ayer lo supe
al firmar tu acta, ¡Ay Carmela!
¡Se nos ha ido la gloria del cielo!
Tu último papel descansa hoy en mi casa
y ha de pasar Santiago, y guardaré
como oro en paño, tu certificado.
Podré decir que fuiste cordial,
amable, atenta, sincera, y siempre.
Con una sonrisa en los labios
y presta a saludarnos;
y con una sonrisa te has ido
sin decirnos adiós tan siquiera.
¡Hasta pronto y cuida de nosotros!
Carmen García
No me cabe duda
que vino un rayo
del cielo a buscarte
toda lozana y fresca,
a llevarse una rosa abierta.
Trigo de muchas lunas
con caricias y amor de madre,
desgranado en tu gran familia,
entregado a los amigos y los vecinos.
Trigo desgranado en los paseos,
rozándote el viento en la mañana,
y acariciando tu rostro al caer la tarde;
Dorada como el trigo en el verano y
feliz entre risas y juegos de naipes.
¡Ay Carmela! Ayer lo supe
al firmar tu acta, ¡Ay Carmela!
¡Se nos ha ido la gloria del cielo!
Tu último papel descansa hoy en mi casa
y ha de pasar Santiago, y guardaré
como oro en paño, tu certificado.
Podré decir que fuiste cordial,
amable, atenta, sincera, y siempre.
Con una sonrisa en los labios
y presta a saludarnos;
y con una sonrisa te has ido
sin decirnos adiós tan siquiera.
¡Hasta pronto y cuida de nosotros!
Carmen García