OFERTA LUZ: 5 Cts/kWh

TARDAJOS: Cuando se produjo la noticia, se publicó un amplio...

RESCATAR LA MEMORIA DE PEDRO

Remitió la ola de calor en Europa, cuyo saldo arrojó un montón de muertos. Los burgaleses, tan expectantes ante el calor, y esperándolo impacientemente durante meses, e incluso, como algunos, yéndonos a buscarlo; han podido ver como esos deseos se colmaron. Fuego. Ola de calor y de fuego que además de víctimas humanas también logró arrasar pinares y montes. Y es que la naturaleza no perdona. Mueren las personas y mueren los árboles, abrasándose en ese remolino tempestuoso que hace estallar el dolor por esos seres queridos y por esos árboles amigos.

Cuando todo acaba y el calor remite es la hora de hacer recuento y aparece un tardajeño en París, víctima de aquella circunstancia. Pero estaba solo y será enterrado junto a otros indigentes. No hay desesperación por su pérdida. Nadie reclama ya su cadáver y yace sin Historia, sin familia que quiera recuperar ese amasijo de huesos y jirones de piel. Es la historia sucesiva que vuelve. Se exilia porque su país fue un hervidero de odio y de resentimiento hacia el bando perdedor y así deambula sin rumbo fijo hasta conseguir la nacionalidad francesa. Un ave que erró su camino pero es seguro que durante años habitó en su buhardilla parisina del barrio latino hasta encontrar a otros como él.
Triste es la muerte sin que una lágrima asome en el silencio de la noche. Que no haya ni tristeza en el sepelio y tan solo una oración póstuma le incluya en el reino de los muertos.

” Aunque hayas muerto, Pedro, que no se borre tu memoria de la memoria de los tuyos. Si nadie acude a por tus huesos deberá tu pueblo reclamar tus restos”.

Cuando se produjo la noticia, se publicó un amplio reportaje, y se creyó que había sido un exiliado político.
Después se empezó a investigar en el pueblo, para saber que efectivamente había sido tardajeño; y se intentó buscar a su familia, pero sin éxito. No se encontró a nadie. Ya se indagó en lo que la gente recordaba de él, y se volvió a publicar otro artículo. Como Tardajos no lo reclamó, al fin, en Francia le dieron sepultura junto a otros indigentes. Él no era indigente, vivía en una buhardilla. Ahora no me acuerdo de su historia, pero la tengo guardada.
Fue una noticia triste que me dio mucha pena, y al principio me vino a la memoria la suerte de mi abuelo; pero más tarde supe, que el suyo había sido un caso muy diferente.

Nosotros siempre tendremos la memoria de nuestro abuelo en el corazón. Sin restos de ningún tipo, pues le incineraron después de gasearlo los nazis. Aún así, su espíritu vivió y vivirá con nosotros. Siempre hemos derramado muchas lágrimas por tanto como sufrió. Pero que a una persona nadie le llore, todavía es peor. Es como si no hubiera sido nadie.

Buenas noches y hasta mañana