¡QUÉ CAROS SON LOS LIBROS!
Estos días en que los padres estamos ocupados en la tarea de equipar a nuestros hijos de todo lo necesario para el nuevo cursó académico que inician yo les pediría a los padres que sopesáramos cuánto valen los libros. Son caros pero si cumpliesen la función de estimular, interesar, y capacitar a nuestros hijos, el precio, no nos importaría tanto. Que hay cosas más caras y de menos provecho e incluso dañinas.
Admiro los libros de texto porque sé que detrás de ellos hay profesionales de la enseñanza que han unido todos sus esfuerzos por atraerse el entusiasmo de sus alumnos asimilando para ellos el conocimiento adquirido a lo largo del tiempo.
Son caros los libros, y por eso enseñémosles a cuidarlos como oro en paño. Que gracias a ellos se puede alcanzar conocimiento, cultura, y además nos pueden proporcionar compañía, en muchísimas ocasiones. Una buena educación define a las personas, las hace capaces de defenderse en cualquier situación, por engañosa y ultrajante que sea.
Mediante la palabra se puede ir tan lejos como uno o una quiera, y se llega al país de la libertad, de la paz, de la justicia, de la verdad.
Todavía queda mucho para llegar a ese país, pero los libros trazan los senderos y debemos empezar a caminar por ellos salvando obstáculos, conociendo muy bien el pasado para no volver a él.
Así, pensado, los libros no nos parecerían tan caros y si en ellos además ponemos los padres las dosis de sentido común, y toda la experiencia que se haya acumulado, sumando siempre lo bueno y quitando los errores como si fueran malas hierbas, que en realidad lo son y que salen y salen sin parar; y sin saber por qué, que es lo malo.
Podríamos emprender ese camino todavía sin explorar.
Estos días en que los padres estamos ocupados en la tarea de equipar a nuestros hijos de todo lo necesario para el nuevo cursó académico que inician yo les pediría a los padres que sopesáramos cuánto valen los libros. Son caros pero si cumpliesen la función de estimular, interesar, y capacitar a nuestros hijos, el precio, no nos importaría tanto. Que hay cosas más caras y de menos provecho e incluso dañinas.
Admiro los libros de texto porque sé que detrás de ellos hay profesionales de la enseñanza que han unido todos sus esfuerzos por atraerse el entusiasmo de sus alumnos asimilando para ellos el conocimiento adquirido a lo largo del tiempo.
Son caros los libros, y por eso enseñémosles a cuidarlos como oro en paño. Que gracias a ellos se puede alcanzar conocimiento, cultura, y además nos pueden proporcionar compañía, en muchísimas ocasiones. Una buena educación define a las personas, las hace capaces de defenderse en cualquier situación, por engañosa y ultrajante que sea.
Mediante la palabra se puede ir tan lejos como uno o una quiera, y se llega al país de la libertad, de la paz, de la justicia, de la verdad.
Todavía queda mucho para llegar a ese país, pero los libros trazan los senderos y debemos empezar a caminar por ellos salvando obstáculos, conociendo muy bien el pasado para no volver a él.
Así, pensado, los libros no nos parecerían tan caros y si en ellos además ponemos los padres las dosis de sentido común, y toda la experiencia que se haya acumulado, sumando siempre lo bueno y quitando los errores como si fueran malas hierbas, que en realidad lo son y que salen y salen sin parar; y sin saber por qué, que es lo malo.
Podríamos emprender ese camino todavía sin explorar.