Buenos días:
ayer no tuve ganas de ponerme a escribir pues de la cena me traje trabajo a casa. Y dale que te pego con la dichosa cazuela, que se quemó un poco. Me dijeron que ya me la limpiarían, pero a mi no me gusta dar trabajo a nadie. Que cada una ya tiene lo suyo, y que lo de una, una lo limpia una cueste lo que cueste.
Me acordaba de mis mujeres, que me decían siempre," eso niña, con hígado". Pero qué fácil es ahora que se friega con nanas de colores... y si no pones lo que tienes que poner tampoco se limpia. Así que tendré que reconocer que ellas tenían razón.
Lo quemado cuesta un triunfo limpiarlo pero no hay nada en la vida que no cueste su peso en oro cuando se consigue. Ahora mi cazuela vuelve a ser la misma de antes, está reluciente, y el trabajo empleado ya no cuenta; sino que cuenta el resultado final.
Como todo en la vida, como en una operación matemática, como al final de un curso - que se puede hacer en el tiempo que cada uno o cada una necesite- Que se llega al final y se obtiene un como resultado de las operaciones realizadas. Si son sumas, la cantidad será mayor; si son restas, menor; si multiplicas, el resultado será portentoso; y si divides, mínimo.
Si se trata de un curso, un aprobado es lo deseable; o si se consigue aquello por lo que se luche, el no va más.
Después nadie nos va a preguntar cuánto tiempo hemos necesitado. Y todas las experiencias que tengamos son buenas si sabemos entenderlas. Que quizás algo no nos guste, pero hay que hacerlo porque tenemos derechos pero obligaciones que cumplir.
Si nos embarcamos en algo, nos comprometemos en la vida en la cuestión que sea, tenemos que ser cumplidores de lo nuestro; y desde luego, lo que no está bien, es pasar el trabajo que nos corresponde a los demás.
Lo importante es que pudimos oír de primera mano la experiencia de un párroco misionero, Martín Angel Rodríguez, con muchos años en su haber en Brasil, después tomar la sopa y el bocadillo para terminar jugando a juegos solidarios. Imagino que lo pasaríais muy bien pues el año pasado ya tuve la experiencia. Pero éste año, he querido abordar el tema de distinta forma. Dos no es lo mismo que tres. Cuando llegas al tres, ya tienes un cúmulo de experiencias que te dicen que no se puede hacer de la misma forma. Y de errores, nunca te vas a librar tampoco por la sencilla razón de que no somos perfectos o perfectas. Es propio de la condición humana equivocarse, pero es deseable rectificar y procurar no volver a cometer los mismos fallos.
Yo ya me traje bastante trabajo a casa y poco a poco lo expondré. Las fotos las colgué esta mañana y esto es como una siembra. Pones las semillas- que son las fotos y luego ya puedes basarte en determinadas imágenes para seguir escribiendo.
ayer no tuve ganas de ponerme a escribir pues de la cena me traje trabajo a casa. Y dale que te pego con la dichosa cazuela, que se quemó un poco. Me dijeron que ya me la limpiarían, pero a mi no me gusta dar trabajo a nadie. Que cada una ya tiene lo suyo, y que lo de una, una lo limpia una cueste lo que cueste.
Me acordaba de mis mujeres, que me decían siempre," eso niña, con hígado". Pero qué fácil es ahora que se friega con nanas de colores... y si no pones lo que tienes que poner tampoco se limpia. Así que tendré que reconocer que ellas tenían razón.
Lo quemado cuesta un triunfo limpiarlo pero no hay nada en la vida que no cueste su peso en oro cuando se consigue. Ahora mi cazuela vuelve a ser la misma de antes, está reluciente, y el trabajo empleado ya no cuenta; sino que cuenta el resultado final.
Como todo en la vida, como en una operación matemática, como al final de un curso - que se puede hacer en el tiempo que cada uno o cada una necesite- Que se llega al final y se obtiene un como resultado de las operaciones realizadas. Si son sumas, la cantidad será mayor; si son restas, menor; si multiplicas, el resultado será portentoso; y si divides, mínimo.
Si se trata de un curso, un aprobado es lo deseable; o si se consigue aquello por lo que se luche, el no va más.
Después nadie nos va a preguntar cuánto tiempo hemos necesitado. Y todas las experiencias que tengamos son buenas si sabemos entenderlas. Que quizás algo no nos guste, pero hay que hacerlo porque tenemos derechos pero obligaciones que cumplir.
Si nos embarcamos en algo, nos comprometemos en la vida en la cuestión que sea, tenemos que ser cumplidores de lo nuestro; y desde luego, lo que no está bien, es pasar el trabajo que nos corresponde a los demás.
Lo importante es que pudimos oír de primera mano la experiencia de un párroco misionero, Martín Angel Rodríguez, con muchos años en su haber en Brasil, después tomar la sopa y el bocadillo para terminar jugando a juegos solidarios. Imagino que lo pasaríais muy bien pues el año pasado ya tuve la experiencia. Pero éste año, he querido abordar el tema de distinta forma. Dos no es lo mismo que tres. Cuando llegas al tres, ya tienes un cúmulo de experiencias que te dicen que no se puede hacer de la misma forma. Y de errores, nunca te vas a librar tampoco por la sencilla razón de que no somos perfectos o perfectas. Es propio de la condición humana equivocarse, pero es deseable rectificar y procurar no volver a cometer los mismos fallos.
Yo ya me traje bastante trabajo a casa y poco a poco lo expondré. Las fotos las colgué esta mañana y esto es como una siembra. Pones las semillas- que son las fotos y luego ya puedes basarte en determinadas imágenes para seguir escribiendo.