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TARDAJOS: EL DÍA DE LAS COMUNIONES...

EL DÍA DE LAS COMUNIONES

Siempre han sido un domingo antes que la fiesta de la Virgen de las Aguas. Es en realidad como una fiesta de enlace, pues la iglesia se queda revestida para recibir un año más a la Virgen para ser venerada como se merece.

Hoy ha sido la celebración distinta a otros años. Los niños han estado acompañados de sus padres - como síntoma de normalidad y de vivencia familiar de la fe-. Y durante la celebración se han hecho menos fotos que de costumbre, pues había carteles que lo desaconsejaban. Al acabar la misa, ya si ha sido tiempo de instantáneas. Decir, que a pesar de las indicaciones, las fotos no han faltado ni durante la celebración, pero ha sido una mínima parte de lo que otros años se ha hecho.
Ha habido cinco niños y una niña tomando parte de un día especial para sus vidas. El día de la Comunión es uno de los recuerdos que más importantes que solemos conservar en la memoria. Para mí fue un día inolvidable y la viví como una transformación, como si ese día ya me hubiese hecho mayor. La mía fue en junio y pasé la tarde recogiendo manzanilla con mis padres, tíos y primos en el pinar. Aquello fue como una segunda celebración, casi tan importante como la primera. Mejor que la primera, pues me sentía mucho más cómoda con el vestido corto que ese día estrenaba. El otro, no era mío y temía estropearlo. Los zapatos me hacían daño. Mi vestido era normal y corriente, me daba mucha más libertad y mis zapatillas mucho más cómodas para pasear por el campo. Pero agradecí mucho que mi amiga Marisa me lo prestara- una niña un año mayor que yo- pues era precioso, y no tuvieron que retocarlo. Como hecho a medida. Nunca olvidaré ese bonito detalle que tuvo conmigo y lo mucho que me quiso. Al igual que las otras niñas, mis compañeras de clase, un año menores que yo; y las que tenían un año más. Todas éramos amigas cuando salíamos a la calle para compartir nuestro tiempo libre.
El detalle de Marisa y su compañera Maria Luisa no lo olvidaré nunca. Ellas decían que si sus padres estaban reñidos, no por ello, ellas iban a reñir. Las cosas de los mayores no afectan a los pequeños, decían. Y tampoco los padres se metían en las amistades de los niños. ¡Qué tiempos aquellos!.