A ROBERTO
Temprano las campanas
anunciaban despedida
por la pérdida de un amigo,
un buen hombre, gran hijo,
y ejemplar padre de familia.
Te vas como viviste
con la mano tendida, y una sonrisa
como aval y pasaporte al más allá.
Con la fe en Cristo
que demostraste a mayores, jóvenes y niños.
Ese trato cordial de ventanilla,
con rostro afable, fácil acogida,
ofreciendo en tantos y tantos días,
aferrando en tu trabajo,
como un gran tesoro, la estima.
Flores y versos son muy poco
para un hombre sencillo,
buen amigo, mejor vecino.
Puede ser amarga la despedida
que tan sólo la oración
pueda suavizar
la sorpresa de tu repente ida.
Ese adiós fugaz, de estrella
en noche oscura, luz serena;
como fue tu semblante en la tierra.
Vivir y morir con la fe en Cristo
puede ser la única salida
para el llanto, la pena, la angustia
que dejas en el corazón del pueblo.
De amigos, padres, hijas, esposa...
Y tan sólo queda el consuelo
de tu fiel reflejo de cristiano nuevo.
C. García
Temprano las campanas
anunciaban despedida
por la pérdida de un amigo,
un buen hombre, gran hijo,
y ejemplar padre de familia.
Te vas como viviste
con la mano tendida, y una sonrisa
como aval y pasaporte al más allá.
Con la fe en Cristo
que demostraste a mayores, jóvenes y niños.
Ese trato cordial de ventanilla,
con rostro afable, fácil acogida,
ofreciendo en tantos y tantos días,
aferrando en tu trabajo,
como un gran tesoro, la estima.
Flores y versos son muy poco
para un hombre sencillo,
buen amigo, mejor vecino.
Puede ser amarga la despedida
que tan sólo la oración
pueda suavizar
la sorpresa de tu repente ida.
Ese adiós fugaz, de estrella
en noche oscura, luz serena;
como fue tu semblante en la tierra.
Vivir y morir con la fe en Cristo
puede ser la única salida
para el llanto, la pena, la angustia
que dejas en el corazón del pueblo.
De amigos, padres, hijas, esposa...
Y tan sólo queda el consuelo
de tu fiel reflejo de cristiano nuevo.
C. García