EL COLEGIO, EL LIBRO Y LA TIERRA
Todavía puede cambiar
para bien o para mal,
esta tierra, ayer bendecida,
jalonada de bienes y gracias
y sembrada con iglesias.
Los manantiales, el aire,
nuestros ríos y sus valles,
suspendida su existencia
de un hilo de seda.
Ayer fue, y mañana no será
porque la tierra no puede
volver a empezar.
Hoy se excusan, se disculpan,
un descuido, el olvido
de pequeños detalles.
Hay que pagar una tasa,
y esa, la paga la tierra.
Los manantiales, el aire,
nuestros ríos y sus valles.
Ellos doctos, ilustrados,
versados, conocedores de leyes,
intocables, intachables,
inocentes, inocentes...
La culpa la tiene la tierra,
que se moja, que se seca,
que proliferan bacterias.
Hay que pagar una tasa,
y esa, la paga la tierra.
Los manantiales, el aire,
nuestros ríos y sus valles.
Niños, pensad que es vuestra,
que fue fértil, que latía
con un corazón de plata,
y buscaros la manera,
de poder luchar por ella,
pues es, una madre indefensa.
Carmen García
Tardajos, 1998
Todavía puede cambiar
para bien o para mal,
esta tierra, ayer bendecida,
jalonada de bienes y gracias
y sembrada con iglesias.
Los manantiales, el aire,
nuestros ríos y sus valles,
suspendida su existencia
de un hilo de seda.
Ayer fue, y mañana no será
porque la tierra no puede
volver a empezar.
Hoy se excusan, se disculpan,
un descuido, el olvido
de pequeños detalles.
Hay que pagar una tasa,
y esa, la paga la tierra.
Los manantiales, el aire,
nuestros ríos y sus valles.
Ellos doctos, ilustrados,
versados, conocedores de leyes,
intocables, intachables,
inocentes, inocentes...
La culpa la tiene la tierra,
que se moja, que se seca,
que proliferan bacterias.
Hay que pagar una tasa,
y esa, la paga la tierra.
Los manantiales, el aire,
nuestros ríos y sus valles.
Niños, pensad que es vuestra,
que fue fértil, que latía
con un corazón de plata,
y buscaros la manera,
de poder luchar por ella,
pues es, una madre indefensa.
Carmen García
Tardajos, 1998