¿Os acordáis de estos peregrinos? Ayer estuvieron en Astorga. Hoy siguen su ruta. Las nuevas tecnologías son un buen invento. Ellos ayer elogiaban una buena cerzeza, la San Miguel. Promocionaban esa bonita ciudad, sus restos romanos, su muralla, y el Palacio Episcopal en sus fotos en Facebook.
Me permití relatarles el horrible suceso que acaeció en León, el asesinato de la Señora Presidenta de la Diputación de León, Isabel Carrasco, a manos de una ex- empleada en colaboración con su madre que procedían de Astorga. Un grave suceso, hija y madre de un policía... Y cómo la colaboración ciudadana pudo dar al traste con la impunidad de un terrible acto. Todo porque un policía jubilado presenció los hechos en el puente de León, las siguió y las detuvo. Unos hechos que conmocionaron Astorga, una tranquila, dulce, bonita y apacible ciudad jacobea.
¡Qué condición la humana! Personas que lo tenían todo, y perdieron la libertad, la fama, la dignidad, lo más grande del ser humano, por pretender una venganza personal contra alguien, a la que por ser quien era debían perseguirla y terminar con su vida como logro y pasión vital.
A mi me asombró esta forma de ser, y más, en personas influyentes que querían el poder de la presidenta o acabar con ella. En vez de continuar con sus vidas por la vía de la superación y buscar otra alternativa que a bien seguro tenían a su alcance con la formación de la implicada y autora del horrendo. Me acuerdo de mi cuento Tano: envida, ambición, odio, celos... Menos mal que Tano se libró hasta de los rayos de las celosos luceros y estrellas y pudo recorrer el asombroso camino hasta llegar a la meta sano y salvo.
También, me acuerdo cómo reflejé en este medio la representacion de la boda maragata de Isabel Carrasco con Luis del Olmo con motivo de unas danzas de la Maragatería de León que vinieron a Tardajos. Sin querer, me he visto obligada a volver sobre mis pasos y recordarla. Sólo por eso, puesto que nunca tuve la ocasión de conocerla personalmente. Fue envidiada y odiada al máximo hasta el límite de acabar con su vida. Nadie es quien para decidir sobre la vida de los demás.
Me permití relatarles el horrible suceso que acaeció en León, el asesinato de la Señora Presidenta de la Diputación de León, Isabel Carrasco, a manos de una ex- empleada en colaboración con su madre que procedían de Astorga. Un grave suceso, hija y madre de un policía... Y cómo la colaboración ciudadana pudo dar al traste con la impunidad de un terrible acto. Todo porque un policía jubilado presenció los hechos en el puente de León, las siguió y las detuvo. Unos hechos que conmocionaron Astorga, una tranquila, dulce, bonita y apacible ciudad jacobea.
¡Qué condición la humana! Personas que lo tenían todo, y perdieron la libertad, la fama, la dignidad, lo más grande del ser humano, por pretender una venganza personal contra alguien, a la que por ser quien era debían perseguirla y terminar con su vida como logro y pasión vital.
A mi me asombró esta forma de ser, y más, en personas influyentes que querían el poder de la presidenta o acabar con ella. En vez de continuar con sus vidas por la vía de la superación y buscar otra alternativa que a bien seguro tenían a su alcance con la formación de la implicada y autora del horrendo. Me acuerdo de mi cuento Tano: envida, ambición, odio, celos... Menos mal que Tano se libró hasta de los rayos de las celosos luceros y estrellas y pudo recorrer el asombroso camino hasta llegar a la meta sano y salvo.
También, me acuerdo cómo reflejé en este medio la representacion de la boda maragata de Isabel Carrasco con Luis del Olmo con motivo de unas danzas de la Maragatería de León que vinieron a Tardajos. Sin querer, me he visto obligada a volver sobre mis pasos y recordarla. Sólo por eso, puesto que nunca tuve la ocasión de conocerla personalmente. Fue envidiada y odiada al máximo hasta el límite de acabar con su vida. Nadie es quien para decidir sobre la vida de los demás.