Como veis esos nombres de esos pueblos no son de aquí de Burgos, sino de la provincia de Guadalajara, que desde niños contamos con mucho amor por parte de los vecinos, los profesores, los padres, que nunca contaminaban a sus hijos con sus propias rencillas. Al menos así es como recuerdo esa bendita infancia mía, en que los niños nos preocupábamos de aprender, jugar, e incluso, nos sabíamos defender.
En mi época, había autobuses pero no cuidadores. Íbamos grandes y pequeños juntos y si querías que te respetaran, antes tenías que sacar tus uñas. Ibas a casa, y se te había olvidado lo que te pasó en el autobús el día anterior. LLegabas a clase con una rabia... pero tenías que pasar del tema y concentrarte en las lecturas de los cuentos, en las cuentas, en los juegos de los recreos, en el mundo de tu propia clase, en pillar el columpio pues estaba muy solicitado - y sólo había uno con dos plazas para todos- y en mil historias. Y esos muchachos mayores te estaban haciendo la vida imposible, cada día te quitaban tu asiento; hasta que a la mañana siguiente, sacabas la rabia que tenías dentro, que te daba mucha fuerza siendo muy debilucha. Un día, justo cuando los mayores vinieron a quitarme mi asiento, me agarré a él con fuerza y no consentí que me lo arrebataran. No volvieron a molestarme y ya disfruté por mi valía de mi sitio.
Quizás hay que procurar hacer niños valientes, que no se dejen acosar, que no permitan que nadie les haga daño. Los cuentos ayudan, los juegos, y sobre todo, el amor de los tuyos, de tus vecinos, de tus amigos. Eso da mucha fuerza. Y aunque esa gente desapareciera de mi vida, siempre me acompañó. Son recuerdos imborrables que van contigo a todas partes haciéndote fuerte y luchando por tus derechos. ¿No estaremos ahora criando a los niños entre algodones, y luego son pasto del acoso escolar de sus compañeros?
Hay que enseñar a los niños mediante juegos, lecturas, deporte y saberes de todo tipo a saber defenderse.
"Lo que natura no da, Salamanca lo presta". Esta frase nos la dijo la última profesora de Educación Física de Mayores porque era salmantina. Pero el saber es universal.
En mi época, había autobuses pero no cuidadores. Íbamos grandes y pequeños juntos y si querías que te respetaran, antes tenías que sacar tus uñas. Ibas a casa, y se te había olvidado lo que te pasó en el autobús el día anterior. LLegabas a clase con una rabia... pero tenías que pasar del tema y concentrarte en las lecturas de los cuentos, en las cuentas, en los juegos de los recreos, en el mundo de tu propia clase, en pillar el columpio pues estaba muy solicitado - y sólo había uno con dos plazas para todos- y en mil historias. Y esos muchachos mayores te estaban haciendo la vida imposible, cada día te quitaban tu asiento; hasta que a la mañana siguiente, sacabas la rabia que tenías dentro, que te daba mucha fuerza siendo muy debilucha. Un día, justo cuando los mayores vinieron a quitarme mi asiento, me agarré a él con fuerza y no consentí que me lo arrebataran. No volvieron a molestarme y ya disfruté por mi valía de mi sitio.
Quizás hay que procurar hacer niños valientes, que no se dejen acosar, que no permitan que nadie les haga daño. Los cuentos ayudan, los juegos, y sobre todo, el amor de los tuyos, de tus vecinos, de tus amigos. Eso da mucha fuerza. Y aunque esa gente desapareciera de mi vida, siempre me acompañó. Son recuerdos imborrables que van contigo a todas partes haciéndote fuerte y luchando por tus derechos. ¿No estaremos ahora criando a los niños entre algodones, y luego son pasto del acoso escolar de sus compañeros?
Hay que enseñar a los niños mediante juegos, lecturas, deporte y saberes de todo tipo a saber defenderse.
"Lo que natura no da, Salamanca lo presta". Esta frase nos la dijo la última profesora de Educación Física de Mayores porque era salmantina. Pero el saber es universal.