Ayer estuvimos de entierro, se murió Lucila, la mujer de Rafa, una muy buena mujer y muy sencilla. Muy querida por todo el mundo. Para sus familiares, única. La pena nos afligía ayer a todos en esa despedida tan fría por el tiempo pero tan cálida por tanta gente como hubo.
Cuando recuerdo a mi suegra la veo igual, lo único que le importaba eran sus hijos, y sobre todos sus nietos, con los que se desvivía procurando complacerles en todo. Feliz, solo de saber que los tenía en casa para agasajarlos de la mejor manera posible. Al igual que mi propia madre, que después de mucho tiempo, todavía su sonrisa me salva, porque ella siempre creyó en mi, al igual que Lucila, en sus hijos e hijas, en sus nietos... Al igual que mi suegra, al igual que mi madre, al igual que todas las madres que lo dan todo por sus hijos e hijas en su día a día, y sin esperar nada a cambio.
Cuando recuerdo a mi suegra la veo igual, lo único que le importaba eran sus hijos, y sobre todos sus nietos, con los que se desvivía procurando complacerles en todo. Feliz, solo de saber que los tenía en casa para agasajarlos de la mejor manera posible. Al igual que mi propia madre, que después de mucho tiempo, todavía su sonrisa me salva, porque ella siempre creyó en mi, al igual que Lucila, en sus hijos e hijas, en sus nietos... Al igual que mi suegra, al igual que mi madre, al igual que todas las madres que lo dan todo por sus hijos e hijas en su día a día, y sin esperar nada a cambio.