UNAS PINCELADAS INVISIBLES
Parece pero no es. No pinto nada señores y señoras. ¿Soy la juez? Pues un día tuve que reclamar, enterarme de lo que me pertenece por ley. Y volví a ser invisible.
Resulta que apareció un edicto de una boda civil en el cartel de anuncios y me fui a leerlo sin saber qué me iba a encontrar. Me lo encontré con la firma del secretario del Juzgado de Estépar, y el lugar donde debía yo haber firmado, en blanco. El papel sin mi firma. No importa, hay cosas que con buena voluntad se corrigen. Fui al ayuntamiento a que me dieran las llaves del cartel de anuncios para firmar y volver a cerrar. La administrativa no tenía las llaves y me emplazó a que esperara a que llegase el alguacil, llegó, volví, pero se le había olvidado pedírselas. Y pasé del asunto, porque claro si una es invisible, es inútil. No me llamaron más y las llaves debieron de aparecer, digo yo.
Llamé a buscar información a quien había realizado ese expediente. Y me dijo, tal vez fuera fallo suyo por no haber llevado el expediente completo. ¡Vaya, para una simple historia civil hay que ser escrupulosamente legal! Total, que desde ese día, expediente que debe ser firmado por mi, me lo envía el responsable de ello a mi casa. Lo firmo y lo llevo al ayuntamiento para que lo expongan. Y cuando acaba el plazo, el responsable me vuelve a avisar y mando que lo retiren. Aquí a estos pequeños actos burocráticos se les da una importancia suprema. Mientras tanto el expediente sigue su curso, y una vez pasado el plazo, todo se envía firmado a la administración correspondiente. Los interesados se pueden casar civilmente en donde elijan.
Otro día hubo otro pequeño conflicto de competencias...
Res
Parece pero no es. No pinto nada señores y señoras. ¿Soy la juez? Pues un día tuve que reclamar, enterarme de lo que me pertenece por ley. Y volví a ser invisible.
Resulta que apareció un edicto de una boda civil en el cartel de anuncios y me fui a leerlo sin saber qué me iba a encontrar. Me lo encontré con la firma del secretario del Juzgado de Estépar, y el lugar donde debía yo haber firmado, en blanco. El papel sin mi firma. No importa, hay cosas que con buena voluntad se corrigen. Fui al ayuntamiento a que me dieran las llaves del cartel de anuncios para firmar y volver a cerrar. La administrativa no tenía las llaves y me emplazó a que esperara a que llegase el alguacil, llegó, volví, pero se le había olvidado pedírselas. Y pasé del asunto, porque claro si una es invisible, es inútil. No me llamaron más y las llaves debieron de aparecer, digo yo.
Llamé a buscar información a quien había realizado ese expediente. Y me dijo, tal vez fuera fallo suyo por no haber llevado el expediente completo. ¡Vaya, para una simple historia civil hay que ser escrupulosamente legal! Total, que desde ese día, expediente que debe ser firmado por mi, me lo envía el responsable de ello a mi casa. Lo firmo y lo llevo al ayuntamiento para que lo expongan. Y cuando acaba el plazo, el responsable me vuelve a avisar y mando que lo retiren. Aquí a estos pequeños actos burocráticos se les da una importancia suprema. Mientras tanto el expediente sigue su curso, y una vez pasado el plazo, todo se envía firmado a la administración correspondiente. Los interesados se pueden casar civilmente en donde elijan.
Otro día hubo otro pequeño conflicto de competencias...
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