HOMBRES Y TIERRAS DE TARDAJOS por SEVERIANO PAMPLIEGA NOGAL
-LA FIESTA DE LOS MACABEOS-
A todo esto comenzaron a caer los primeros granizos, (aunque no eran tan gordos como los "juramentos" de la turbamulta que retumbaban más que los truenos). Entonces al Caracol se le ocurrió una idea. Ellos mismos abrirían el Sagrario del altar de las Reliquias, porque el Sacristán sí que estaba y tenía las llaves de la iglesia. Entraron, pero nadie se atrevía a meter la mano en el Sagrario por miedo a que les pasara algo. ¡Bendita sencillez! Y benditos también aquellos "tacos tremebundos que, en tales circunstancias, para el mismo Dios fueron fervientes jaculatorias.
el Caracol tomó en brazos a uno de los niños más pequeños y sacó el Relicario (a través de sus fanales pueden verse claramente los huesos de los Santos Mártires). Según contaba después el bueno de Salomón, él pensaba que por su inocencia al chico no le pasaría nada.
Se acercaron a la puerta principal y - como hacía D. Tomás- el Caracol, mirando al Cielo, alzó una manita del pequeño Relicario y trazó en el aire la señal de la Cruz, mientras todos rezaban el "Padrenuestro"... ¡Y cesó la tormenta!
Ustedes quizás no lo crean. Los que somos de Tardajos como yo, sí.
("Si tuvierais fe siquiera como un grano de mostaza, creeríais esto que os he contado y que acontece en mi pueblo con las Reliquias de los siete mártires hermanos Macabeos"). Severiano Pampliega
-LA FIESTA DE LOS MACABEOS-
A todo esto comenzaron a caer los primeros granizos, (aunque no eran tan gordos como los "juramentos" de la turbamulta que retumbaban más que los truenos). Entonces al Caracol se le ocurrió una idea. Ellos mismos abrirían el Sagrario del altar de las Reliquias, porque el Sacristán sí que estaba y tenía las llaves de la iglesia. Entraron, pero nadie se atrevía a meter la mano en el Sagrario por miedo a que les pasara algo. ¡Bendita sencillez! Y benditos también aquellos "tacos tremebundos que, en tales circunstancias, para el mismo Dios fueron fervientes jaculatorias.
el Caracol tomó en brazos a uno de los niños más pequeños y sacó el Relicario (a través de sus fanales pueden verse claramente los huesos de los Santos Mártires). Según contaba después el bueno de Salomón, él pensaba que por su inocencia al chico no le pasaría nada.
Se acercaron a la puerta principal y - como hacía D. Tomás- el Caracol, mirando al Cielo, alzó una manita del pequeño Relicario y trazó en el aire la señal de la Cruz, mientras todos rezaban el "Padrenuestro"... ¡Y cesó la tormenta!
Ustedes quizás no lo crean. Los que somos de Tardajos como yo, sí.
("Si tuvierais fe siquiera como un grano de mostaza, creeríais esto que os he contado y que acontece en mi pueblo con las Reliquias de los siete mártires hermanos Macabeos"). Severiano Pampliega