MARIANO DÍEZ TOBAR: EL EJEMPLO DEL DESPRECIO Y EL PODER DE LA SUPERACIÓN
Lejos de poderse reconocer a Mariano Díez Tobar como un genio inventor, porque no hay pruebas, porque todos sus estudios quedaron en algún rincón oscuro, o fueron destruidos por él mismo, o por alguien cercano a él, y por su propio mandato, o, entregados a quien los pudiera sacar adelante lejos de su autoría, nadie lo puede saber; lo que nos puede quedar es su ejemplo de persona despreciada durante muchos años (cayó en desgracia a causa de su ciencia, y achacándole el suicidio de un seminarista a su cargo, que ésto pocas personas lo supieron, de no ser familiares suyos) y que una vez salió de su pueblo empezó a demostrar que fue mucho más de lo que prometía de niño, lo que en aquella época no le reportó nada más que un muro de incomprensión. Sus primeros pasos se encaminaron hacia mi tierra, en Sigüenza (Guadalajara), y allí ya vieron la catadura intelectual de ese especial tardajeño al que enviaron a Madrid.
Algunos ya le buscan casa natal, sólo que habrá que descubrir la verdad, el lugar exacto, no el lugar de conveniencia de tal o cual descendiente. ¿Y si la casa no coincide con lo que conviene que tenga que casar? Habrá que atenerse a la verdad y no al oportunismo de algunos intereses políticos del momento. Porque eso no sería científico ni riguroso, y el valor de Mariano lo fue siempre. Científico literario, también, por las muchas charlas con las que deleitaba a sus alumnos.
Luego habría que ver quien se quiere endosar la gloria, y yo diría que sólo aquel o aquellos que vuelvan a reproducir su talento. En eso puede consistir la herencia, en seguir sus pasos en el estudio científico. Que partiendo de muchas dificultades se llegue a crear un ambiente propicio al estudio, que aquí, hoy por hoy, no lo hay. Se parte de facilidad y no produce más que fracaso escolar.
Y no hay ambiente propicio al estudio, porque los derroteros sociales no van por ese camino. La sociedad no valora a los profesores, por ejemplo, cuando unas profesoras que han estudiado mucho, lo suyo, no les sirve de nada, y se tienen que dedicar a algo más banal como pueda ser enseñar zumba o bailes exóticos, en vez de enseñar sus verdaderos estudios. O cuando no se valora el estudio en sí, ni el esfuerzo ni el talento. Y lo único que prima es llevar a los jóvenes hacia la bebida y el alcohol. A las pruebas me remito, que aquí los jóvenes es lo que han hecho durante décadas. Y de lo que se vanaglorian algunos. "Sin estudios soy el rey del universo", pero muy inculto, yo le diría. Y sin ninguna catadura moral ni ética. Luego se invisten de religiosidad vacía y sin contenido. Y eso, Mariano no lo fue nunca, porque renunció a su ciencia en pos de la religiosidad y fue un verdadero hombre de fe.
Para llegar a Mariano Díez Tobar habría que dar un cambio radical y no una mera plaquita en la calle que más se nos acomode.
Lejos de poderse reconocer a Mariano Díez Tobar como un genio inventor, porque no hay pruebas, porque todos sus estudios quedaron en algún rincón oscuro, o fueron destruidos por él mismo, o por alguien cercano a él, y por su propio mandato, o, entregados a quien los pudiera sacar adelante lejos de su autoría, nadie lo puede saber; lo que nos puede quedar es su ejemplo de persona despreciada durante muchos años (cayó en desgracia a causa de su ciencia, y achacándole el suicidio de un seminarista a su cargo, que ésto pocas personas lo supieron, de no ser familiares suyos) y que una vez salió de su pueblo empezó a demostrar que fue mucho más de lo que prometía de niño, lo que en aquella época no le reportó nada más que un muro de incomprensión. Sus primeros pasos se encaminaron hacia mi tierra, en Sigüenza (Guadalajara), y allí ya vieron la catadura intelectual de ese especial tardajeño al que enviaron a Madrid.
Algunos ya le buscan casa natal, sólo que habrá que descubrir la verdad, el lugar exacto, no el lugar de conveniencia de tal o cual descendiente. ¿Y si la casa no coincide con lo que conviene que tenga que casar? Habrá que atenerse a la verdad y no al oportunismo de algunos intereses políticos del momento. Porque eso no sería científico ni riguroso, y el valor de Mariano lo fue siempre. Científico literario, también, por las muchas charlas con las que deleitaba a sus alumnos.
Luego habría que ver quien se quiere endosar la gloria, y yo diría que sólo aquel o aquellos que vuelvan a reproducir su talento. En eso puede consistir la herencia, en seguir sus pasos en el estudio científico. Que partiendo de muchas dificultades se llegue a crear un ambiente propicio al estudio, que aquí, hoy por hoy, no lo hay. Se parte de facilidad y no produce más que fracaso escolar.
Y no hay ambiente propicio al estudio, porque los derroteros sociales no van por ese camino. La sociedad no valora a los profesores, por ejemplo, cuando unas profesoras que han estudiado mucho, lo suyo, no les sirve de nada, y se tienen que dedicar a algo más banal como pueda ser enseñar zumba o bailes exóticos, en vez de enseñar sus verdaderos estudios. O cuando no se valora el estudio en sí, ni el esfuerzo ni el talento. Y lo único que prima es llevar a los jóvenes hacia la bebida y el alcohol. A las pruebas me remito, que aquí los jóvenes es lo que han hecho durante décadas. Y de lo que se vanaglorian algunos. "Sin estudios soy el rey del universo", pero muy inculto, yo le diría. Y sin ninguna catadura moral ni ética. Luego se invisten de religiosidad vacía y sin contenido. Y eso, Mariano no lo fue nunca, porque renunció a su ciencia en pos de la religiosidad y fue un verdadero hombre de fe.
Para llegar a Mariano Díez Tobar habría que dar un cambio radical y no una mera plaquita en la calle que más se nos acomode.