XXIV ENCUENTRO DE ANTIGUOS ALUMNOS DE LOS PAÚLES DE TARDAJOS.
Son tantos los años ya que iba a dar fe de esta reunión de alumnos que he perdido la cuenta. El año pasado le dije a alguno que podría buscar mis recortes de periódico de las noticias. Como todo en Tardajos, después de tantos años escribiendo de pequeñas cosas locales, o grandes si el motivo lo requería.
Hubo un año en que me encargaron ir a Las Quintanillas, y salí de aquí, con cierta pena pues estaba presidiendo la misa el padre Marquina, gran amigo mío. Pero me fui a ese pueblo porque la redactora así me lo pidió, y como me gustaba el encargo accedí y la tristeza se disolvió por el camino.
Era importante una caída libre desde el campanario de la iglesia, según Inmaculada, o por lo menos novedoso. ¡A ver que da de sí!. Y cuando llegué allí, me dijo una de muchachas que dirigía la "Asociación Cultural de la Alegría", creada para la organización de las fiestas patronales de esa pequeña localidad, "es que nos cansamos de poner cosas serias y pasan de nosotros". ¡Claro!, ese año no pasaron, pero por otros motivos, y es que si se contrata publicidad, luego hay que poner algo más para llenar ese espacio.
Pero había mucho de qué escribir, a qué hacer fotos. Un centro médico recién construido, una exposición de fotos antiguas, la inauguración de la fiesta por un senador el día anterior. Mucha tela que cortar, así que tan contenta. Y caras conocidas y queridas para mi, porque me encontré con Emilia (la hermana de Don Manuel Santos, a la sazón fallecido, y que fuera vecina mía tantos años) y sus familiares en la exposición. Debo reconocer que disfruté de esa pequeña aventura que la vida me brindó un día porque así lo quise yo.
Son tantos los años ya que iba a dar fe de esta reunión de alumnos que he perdido la cuenta. El año pasado le dije a alguno que podría buscar mis recortes de periódico de las noticias. Como todo en Tardajos, después de tantos años escribiendo de pequeñas cosas locales, o grandes si el motivo lo requería.
Hubo un año en que me encargaron ir a Las Quintanillas, y salí de aquí, con cierta pena pues estaba presidiendo la misa el padre Marquina, gran amigo mío. Pero me fui a ese pueblo porque la redactora así me lo pidió, y como me gustaba el encargo accedí y la tristeza se disolvió por el camino.
Era importante una caída libre desde el campanario de la iglesia, según Inmaculada, o por lo menos novedoso. ¡A ver que da de sí!. Y cuando llegué allí, me dijo una de muchachas que dirigía la "Asociación Cultural de la Alegría", creada para la organización de las fiestas patronales de esa pequeña localidad, "es que nos cansamos de poner cosas serias y pasan de nosotros". ¡Claro!, ese año no pasaron, pero por otros motivos, y es que si se contrata publicidad, luego hay que poner algo más para llenar ese espacio.
Pero había mucho de qué escribir, a qué hacer fotos. Un centro médico recién construido, una exposición de fotos antiguas, la inauguración de la fiesta por un senador el día anterior. Mucha tela que cortar, así que tan contenta. Y caras conocidas y queridas para mi, porque me encontré con Emilia (la hermana de Don Manuel Santos, a la sazón fallecido, y que fuera vecina mía tantos años) y sus familiares en la exposición. Debo reconocer que disfruté de esa pequeña aventura que la vida me brindó un día porque así lo quise yo.