Ahora que somos pocos en este foro, os repetiré que en mi experiencia quien peor se ha portado con mi decisión de escribir, han sido los ignorantes. Los que mandaban nunca me intentaron arrebatar la palabra nunca. Es más, es que me la dieron sin pedirla. No porque no fueran ignorantes, que ese dato me falta ya que nunca los examiné, sino, porque no querían parecerlo.
Luego hay otra cosa muy clara en esto de mandar, que unos mandan, y son culpables si lo hacen mal, pero en los tiempos que vivimos, es todavía más culpable el que obedece y se calla a sabiendas de que algo falla. Puesto que al final, la culpa queda repartida entre todos. En esto me sitúo en una corporación municipal, y pocas veces he visto que haya habido quien haya hecho oposición. ¿Quizás porque a los pocos que la hicieron, les fue mal? Y entonces el ejemplo prevalece. Pero a eso se le llama cobardía. Y no sólo por ese motivo, no. Sino porque acatando se intentaba sacar algo en limpio. Yo me callo y prospero. Es decir que muchos se han callado para participar del pastel, sólo que les han dado poco puesto en realidad poco había. Yo me digo, ¿entonces, por qué callaron?
Como aquí la tónica general ha sido callar, la prosperidad, pecata minuta, y repartida entre todos, no ha supuesto nada porque ya se sabe que el que parte y reparte se queda con la mejor parte. Porque lo que se callaba ya en sí tenía su pago con el dinero de todos.
Como llevo tantos años aquí, ya tengo un juicio muy acertado. Y no porque yo sea una erudita, qué va, mejor me luciría el pelo si lo fuera, sino porque la ignorancia se delata día a día. Siempre hay alguien que mete la patita finamente o de maneras bruscas. Y siempre van a parar a la misma, que de verdad parece hasta mentira que no me conozcan con lo bien que conozco yo al personal. No se conforman con una vez, sino que repiten. Y ver si la tercera ya no llega, que hay quien ya ha aprendido si en el pasado metió la pata.
Luego hay gente que aconseja bien y otros que habiendo podido hacerlo pasaron de ello. Su ganancia estaba en el fracaso de los que mandaban, pero mira por donde, el fracaso lo han heredado. Así que no se quejen. Ya eran parte y arte antes, ahora son arte y parte también. Y el orden de factores no altera el producto. La ganancia, reside en lo que no se tiene, y se disfruta.
Mira que antes de mandar alguien criticaba y criticaba sin parar, porque la tarjeta, porque lo que gastan... ¡Ya!, es que lo que se ansiaba era ser el poseedor de esa tarjeta, y seguir gastando de lo que no tiene el pueblo. Varias veces he preguntado sobre ese tema, ¿qué ha sido de la tarjeta? Y nones, no me han respondido aún. El que calla otorga pero se sigue gastando de esa tarjeta, en otros tiempos criticada. Porque además a mi me aseguran algunas que en el ayuntamientos no hay más que facturas y facturas que pagar, y como esas facturas no salen a la luz... ¿Qué puedo pensar acerca de la transparencia aquí? Opaca, como dije un día en que me dieron con la puerta en las narices.
Y luego que presuman de transparencia, de lealtad, de libertad de expresión...
En la Diputación se puede presumir de lo que se quiera, pero aquí, quien pide cuentas y no las recibe, sabe bien qué clase de cristal tenemos. Opaco.
Luego hay otra cosa muy clara en esto de mandar, que unos mandan, y son culpables si lo hacen mal, pero en los tiempos que vivimos, es todavía más culpable el que obedece y se calla a sabiendas de que algo falla. Puesto que al final, la culpa queda repartida entre todos. En esto me sitúo en una corporación municipal, y pocas veces he visto que haya habido quien haya hecho oposición. ¿Quizás porque a los pocos que la hicieron, les fue mal? Y entonces el ejemplo prevalece. Pero a eso se le llama cobardía. Y no sólo por ese motivo, no. Sino porque acatando se intentaba sacar algo en limpio. Yo me callo y prospero. Es decir que muchos se han callado para participar del pastel, sólo que les han dado poco puesto en realidad poco había. Yo me digo, ¿entonces, por qué callaron?
Como aquí la tónica general ha sido callar, la prosperidad, pecata minuta, y repartida entre todos, no ha supuesto nada porque ya se sabe que el que parte y reparte se queda con la mejor parte. Porque lo que se callaba ya en sí tenía su pago con el dinero de todos.
Como llevo tantos años aquí, ya tengo un juicio muy acertado. Y no porque yo sea una erudita, qué va, mejor me luciría el pelo si lo fuera, sino porque la ignorancia se delata día a día. Siempre hay alguien que mete la patita finamente o de maneras bruscas. Y siempre van a parar a la misma, que de verdad parece hasta mentira que no me conozcan con lo bien que conozco yo al personal. No se conforman con una vez, sino que repiten. Y ver si la tercera ya no llega, que hay quien ya ha aprendido si en el pasado metió la pata.
Luego hay gente que aconseja bien y otros que habiendo podido hacerlo pasaron de ello. Su ganancia estaba en el fracaso de los que mandaban, pero mira por donde, el fracaso lo han heredado. Así que no se quejen. Ya eran parte y arte antes, ahora son arte y parte también. Y el orden de factores no altera el producto. La ganancia, reside en lo que no se tiene, y se disfruta.
Mira que antes de mandar alguien criticaba y criticaba sin parar, porque la tarjeta, porque lo que gastan... ¡Ya!, es que lo que se ansiaba era ser el poseedor de esa tarjeta, y seguir gastando de lo que no tiene el pueblo. Varias veces he preguntado sobre ese tema, ¿qué ha sido de la tarjeta? Y nones, no me han respondido aún. El que calla otorga pero se sigue gastando de esa tarjeta, en otros tiempos criticada. Porque además a mi me aseguran algunas que en el ayuntamientos no hay más que facturas y facturas que pagar, y como esas facturas no salen a la luz... ¿Qué puedo pensar acerca de la transparencia aquí? Opaca, como dije un día en que me dieron con la puerta en las narices.
Y luego que presuman de transparencia, de lealtad, de libertad de expresión...
En la Diputación se puede presumir de lo que se quiera, pero aquí, quien pide cuentas y no las recibe, sabe bien qué clase de cristal tenemos. Opaco.