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TARDAJOS: Y más errores que se me pasaban. Sé, monosílabo de...

¡Hola!, soy Wendy y os voy a contar un cuento...

LOS PATITOS FEOS, FEOS DE VERDAD

Se encontraban cierto día tres patitos feos, junto patos guapos, viendo una peli de Peter Pan. La verdad es que había gran afición en el estanque y por más que la trama se cortaba, el plumífero público no desistía en su empeño de ver cómo terminaba la película. Era la primera vez que se veía una película en el polideportivo del colegio, y con principiantes cualquier cosa podía pasar y en efecto pasó. Todos creían en el mágico mundo de la fantasía. Los patos guapos lucían sus mejores galas, más que patos se sentían pavos reales. Hacían competiciones para ver quién era el más guapo de todos porque además, por injusto que pueda parecer, el agraciado recibiría un bonito trofeo con esta dedicación: “Al pato más guay”; con letras de colores y un fondo estrellado muy cursi.
Todos suspiraban con ser el elegido o la elegida, pero si la película seguía emitiéndose se olvidaban de la rivalidad por el título.
De repente notaron cómo se mojaban sus plumitas coloreadas y se iban destiñendo, poco a poco sus bonitos pero artificiales colores. Algunos sentían un verdadero trauma, en general la mayoría del grupo. Todos, menos los patitos feos, cuyas plumas eran auténticas y por eso no temían a la lluvia.
Porque además no les importaba competir. Ya sabían que no serían de ninguna manera los elegidos. Nunca lo fueron, ni siquiera podían participar en juegos colectivos pues las veces que lo hicieron solo fueron objeto de burlas y mofas por parte de algunos de ellos. Eran los apartados del grupo, ¿por feos? Nunca se sabe, porque suele haber mil motivos, distintos todos, pero sintieron el rechazo desde niños. Ellos creían que el motivo era su fealdad y si eran feos, ¡qué más les daba!. Gracias a sus diferencias con el resto del grupo no perdían detalle de los acontecimientos. Veían cómo sus compañeros más destacados se iban decolorando y como no pensaban posar para la tromba de fotógrafos agarraron sus patis-bicis y se fueron.

-Mira que son tontos- decían, -con el tiempo que han pasado en la patu-pelu y ahora están horrorosos. Pero el mayor le dijo a sus amigos:
-Vámonos de aquí cuanto antes o nos nombrarán a nosotros el trío ganador, y pasamos de ser los niños bonitos de la película. Luego todos los focos haciéndote guiños y dejando nuestra fama de feos por los suelos.
¿Para qué queremos ser guapos, para que nos den ese ridículo título y tengamos que aburrirnos como ellos?
-Ni hablar, dijo el segundo.
Pero no habían dado ni cuatro pasos cuando los vigilantes del estanque les detuvieron.
-Alto ahí, gritó el grandullón, aquí no deserta nadie.
-Pero si somos los feos del barrio, dijeron los tres patitos a la vez.
-De aquí no salís y agarraron al mediano del cuello y le tiraron al estanque.

En esto, los dos desolados pero rápidos patos montaron en su bici-patos y se fueron.
¡Qué trifulca se montó en el escenario! Los patos guapos corrían y nadie que desconociera quienes eran los hubiesen tomado por guapos ya. ¡Qué patos más birriosos! Casi parecían que habían sido encantados por lo deslucidos que estaban.
Wendy seguía contando la historia con su bonita voz y los niños estaban encantados. Su hilo de voz sonaba dulce como los pasteles de mamá y ellos, cada vez sentían más deseos de regresar a casa pero por alguna extraña razón estaban inmovilizados en sus sillitas y no podían levantarse.

Siguió Wendy:
“De repente, una tromba de agua se abatió sobre el escenario y los patos ya estaban desenmascarados, pero encima comenzó a tronar y en el cielo también se veían culebrillas zigzagueantes de intensa luz. Todo por momentos se iluminaba y resultó muy curioso de veras que el pato del estanque, aquel que tenía fama de feo tornó su plumaje y figura. Ahora era precioso y todos babeaban de envidia. Sus compañeros regresaron y cual no fue su sorpresa al enterarse de la noticia. El pato feo ya no lo era. Ellos fueron los únicos en felicitarle por el cambio y al sumergirse en las templadas aguas, y acercarse resultó que los tres se felicitaban mutuamente. Eran los tres cisnes maravillosos de singular encanto.

–Bua, bua, bua…Arrancaron en un llanto.
-Ya no somos feos, bua, bua, bua. Qué pena, pero al menos no hicimos nada para conseguir belleza. Solo teníamos que esperar, disfrutar, jugar y reírnos del concurso de los guapos y de las caras que ponían para llegar a ser elegidos.
-Bua, bua, bua, Ahora los guapos feos se reirán de nosotros. Bua, bua, bua, bua.

“ Pero no fue así, chavales, No se rieron en absoluto. Estallaron todos en un llanto desconsolador. Lloraban de envidia, de celos, de rabia y al ver los cisnes el panorama estallaron de nuevo en risas, pero más sonoras y musicales que antes porque hasta cambiaron sus vocecitas por la voz propia de los bellos cisnes de los estanques y los lagos.

- ¿Os ha gustado, pequeños?. Dijo Wendy. - Pues el próximo viernes os cuento otro.
Y los niños la aplaudieron una y otra vez mientras coreaban. - ¡Otro, otro, otro…!
-No, les dijo, Wendy, estas golosinas hay que dosificarlas que ni no luego os salen caries de tanto comer caramelos y de tanto mascar chicles. Adiós, pequeños.

No se porqué la gente engaña, el día de los muertos te llevé flores al cementerio Carmen, y ahora resulta que perdí mi tiempo, ¡Estás aparentemente viva!

Me equivoco muchas veces, y me doy cuenta; si no es importante, no borro porque un gazapo entre mil, no es casi nada. Lo malo es cuando se escribe tan poco, y se cuelan, y no te das cuenta. Como eres invisible, te voy a corregir, lo mismo que hacía algunas veces con algún personaje, que todavía tenía el atrevimiento de decirme que yo no tenía ni idea sobre si él sabía o no escribir.

En el texto tienes dos errores, uno, ortográfico en ese "porqué" que lo pones junto y en realidad tendría que ir separado, porque no es un sustantivo. Si fuese un sustantivo llevaría un artículo u otro determinante, así, "el porqué de las cosas". Y además lo podríamos sustituir por las palabras motivo o causa. En este caso concreto, no. Debe ir separado, "No sé por qué la gente engaña". Yo si lo sé, porque buscan ganar algo en esa mentira. Por eso pasan de decir la verdad y hacen de la vida un paripé que les reporta ganancias y ascensos. Los hay que viven de la mentira y de ella hacen su propia vida.
Ahora otra frase, No sé por qué has creído que estaba muerta, cuando sigo escribiendo mucho, y debes saber que también lo hago en otros sitios. Los muertos no escriben si es que no lo tenían escrito antes de morirse.
Yo me suelo morir de risa muchas veces. Hasta hartarme de reír. Es de lo más sano que existe, y el blanco, lo pongo en mi misma. Es como un seguro de risa, si yo me río, y soy la primera, que sigan riendo los segundos que quieran, que siempre serán los segundos en hacerlo.

Luego tienes otro error, esta vez de significado, que a lo mejor no te has dado cuenta. Te contradices, porque decir que aparentemente estoy viva, significa todo lo contrario. Si algo es apariencia es mentira, entonces lo que expresas con esa frase es que en realidad estoy muerta.
Por eso la gente no suele querer escribir conmigo dejándose ver quien es quien. Puedo criticar la forma y el fondo; es decir, cómo está escrito algo, y su significado. O debatir la idea de algo.
En esto hay quien prefiere empollarse un guión, y luego no admite improvisación de ningún tipo. Son tipos que todo lo tienen que tener previsto, atado y preparado hasta su debut.

Y más errores que se me pasaban. Sé, monosílabo de saber, se acentúa; se, pronombre u otra función, no lleva acento.
Luego el hilo de la frase, un tanto raro también. Como si te dejaras llevar por lo que dice la gente, y no por ti mismo. Si te dicen que te tires a un pozo, ¿lo harías?
Si te dicen algo, lo crees sin más. Te dicen que he muerto, y me llevas flores. Son dos frases que deberían tener otra separación distinta de la coma... en fin, una frase, y toda llena de errores.
¿Dónde va Vicente? Donde va la gente. Es muy común, por otra parte.