Y sin salir del Centro Público "Petra Lafont", también os pongo el enlace del AMPA RÍO URBEL, donde hay cantidad cantidad de informaciones, tales como el PROGRAMA MONEO, de prevención de la drogodependencia, la posibilidad de los padres de asistir a clases para atajar todo este tipo de problemas, totalmente gratuito, según informan.
Otros cursos on-line y más comunicaciones.
También en esta web podéis ver el escrito enviado al Director Provincial de Educación y la contestación del mismo.
Ayudas para la adquisición de dispositivos digitales (tablets).
Una nueva forma de afrontar el acoso escolar.
Un informe del Consejo Escolar al Ayuntamiento, la carta que suscitó todo este revuelo en contra de las clases de inglés, que en su día envió el señor alcalde al AMPA "Río Urbel" del centro, y mas cartas. Todo por escrito, como puede verse.
Otros cursos on-line y más comunicaciones.
También en esta web podéis ver el escrito enviado al Director Provincial de Educación y la contestación del mismo.
Ayudas para la adquisición de dispositivos digitales (tablets).
Una nueva forma de afrontar el acoso escolar.
Un informe del Consejo Escolar al Ayuntamiento, la carta que suscitó todo este revuelo en contra de las clases de inglés, que en su día envió el señor alcalde al AMPA "Río Urbel" del centro, y mas cartas. Todo por escrito, como puede verse.
OTRA HISTORIA DE WENDY para los niños
Pues yo esta mañana también os voy a contar otra historia tardajeña, y cómo logré atajar el problema, luchando día a día, sin desfallecer, comiéndome las lágrimas, la rabia y haciendo de tripas corazón. Creo que es importante que aquellos que lo han sentido en alguna ocasión expongan sus victorias.
A mi me ha pasado.
Aquella noche no fui capaz de conciliar el sueño porque un niño muy allegado a mi, vino llorando a casa de rabia, con estas palabras, " me han meado..." y eso, a su orgullo lo machacaba. ¿Cómo, quien, por qué? De pé a pa nos contó el suceso, la trama y el desenlace. Nos fuimos en busca de los padres, muy cabreados, eso sí. Y a los que sabíamos que podríamos tener más acceso o que eran más influyentes...
En la primera casa, nos recibieron con mucho respeto, indicándonos que lo hablarían con sus hijos. Podría o no ser cierto, pero no nos conformamos porque había más niños implicados en el incidente, y seguimos adelante en busca de otros.
Al llegar a la segunda casa, nos indicaron que por qué no íbamos a casa de tal o cual padre. Y eso, enervó los nervios de mi compañero. Es inevitable, hubo un abuso, y se les ocurrió echar balones afuera en vez de recapacitar qué hubieran sentido en caso de ser sus propios hijos las víctimas. ¿Como una malva rosa se hubieran quedado? Pero ante el daño de otros sólo se les ocurrió dar traslado al incidente. Nuestras razones tendríamos para ello cuando fuimos enfilados a su casa. No sé si alguna vez os habéis visto en esa tesitura, a mí, ya me habían llegado las respuestas de algunas madres, en algunas ocasiones de abuso, que sean los niños quienes se defiendan, los padres debemos mantenernos al margen. Porque no eran sus hijos a los que se les acosaba, claro, que en caso contrario hubieran puesto un grito en el cielo. Vale que si alguien perdió los nervios esa noche, al día siguiente me fui a disculpar, a su oficina. Le di una disculpa por alguien que no iría de ninguna manera a hacerlo, pero no le satisfizo, una palabra por otra. Fueron ofensas basadas en palabras, no en hechos. No, aquello, según él, lo iba a pagar el niño, que no tendría la culpa, reconoció el pavo, pero que le iba a pasar factura. Y la factura le llegó puntual, cuando le quitó los ahorros infantiles. ¡Cuánto cobarde suelto por metro cuadrado he tenido que soportar! Y eso, lo que me ha hizo, fue crecer más y más en valentía. Me fui de allí, pero con la idea de salir para siempre de esa entidad.
Esto no se paró ahí, y el niño siguió recibiendo más ofensas, insultos, que acababan al llegar a su clase, al ser una clase integradora, y con niños de diferentes pueblos. ¡Benditos pueblos y todo el bien que ese niño pudo recibir al sentirse uno más en clase!
Lo que pasa es que los acosadores buscaban algún resquicio por donde colarse, es decir, aprovechaban la oportunidad de que el niño estuviera solo.
Otro día salió de casa zumbando y con el bocado en la boca, porque según él, debía asegurar el campo para sus compañeros. Y menuda trifulca que se organizó. Volvieron a las andadas y vuelta y revuelta de casa al colegio y del colegio a casa. Los ignorantes creían que el muchacho estaba solo, sin nadie en el mundo que lo ayudara. Estaban sus padres, los profesores y los compañeros de su clase que le consideraban por lo valiente y arrojado que era el chaval al buscar un campo en el colegio donde jugar.
Podría seguir relatando más y más incidentes pero con una muestra es más que suficiente.
Fueron pasando los años, y desde luego, que corté los lazos bancarios que me unían a esa entidad cristiana. Llegó el día de demostrar quien, a pesar de todo, había seguido adelante, sin importar que algunas personas nunca le hubieran admitido en su entorno. No lo admitían porque sabía defenderse, y si no, buscaba ayuda en sus seres más allegados. Cuando sé que hay niños que no son capaces de hablar y contar lo que les pasa, y eso da más pie a que sigan pasando más y más cosas, en la más triste ignorancia de sus familiares, maestros y amigos hasta que se crea un ciclo vicioso.
Llegó la hora de la victoria pues me dijeron que tenía que sellar el título de esa persona tan importante para mi, el de bachillerato, y la ocasión la pintaron calva. Allí fui a que él estampara en mi recibo el sello de su oficina. ¿Te das cuenta,? le quería decir con ese detalle, ¿de cómo los padres somos influyentes hasta para que nuestros hijos salgan adelante, por mucho que os duela a algunos, y por tantas averías como habéis interpuesto en que eso no se llegara a producir?
Firma, le dije, y aprende, pensé, de quien no se rinde, de quien saldrá adelante, a pesar de todos los obstáculos habidos y por haber. Y vete con la música a otra parte.
Pues yo esta mañana también os voy a contar otra historia tardajeña, y cómo logré atajar el problema, luchando día a día, sin desfallecer, comiéndome las lágrimas, la rabia y haciendo de tripas corazón. Creo que es importante que aquellos que lo han sentido en alguna ocasión expongan sus victorias.
A mi me ha pasado.
Aquella noche no fui capaz de conciliar el sueño porque un niño muy allegado a mi, vino llorando a casa de rabia, con estas palabras, " me han meado..." y eso, a su orgullo lo machacaba. ¿Cómo, quien, por qué? De pé a pa nos contó el suceso, la trama y el desenlace. Nos fuimos en busca de los padres, muy cabreados, eso sí. Y a los que sabíamos que podríamos tener más acceso o que eran más influyentes...
En la primera casa, nos recibieron con mucho respeto, indicándonos que lo hablarían con sus hijos. Podría o no ser cierto, pero no nos conformamos porque había más niños implicados en el incidente, y seguimos adelante en busca de otros.
Al llegar a la segunda casa, nos indicaron que por qué no íbamos a casa de tal o cual padre. Y eso, enervó los nervios de mi compañero. Es inevitable, hubo un abuso, y se les ocurrió echar balones afuera en vez de recapacitar qué hubieran sentido en caso de ser sus propios hijos las víctimas. ¿Como una malva rosa se hubieran quedado? Pero ante el daño de otros sólo se les ocurrió dar traslado al incidente. Nuestras razones tendríamos para ello cuando fuimos enfilados a su casa. No sé si alguna vez os habéis visto en esa tesitura, a mí, ya me habían llegado las respuestas de algunas madres, en algunas ocasiones de abuso, que sean los niños quienes se defiendan, los padres debemos mantenernos al margen. Porque no eran sus hijos a los que se les acosaba, claro, que en caso contrario hubieran puesto un grito en el cielo. Vale que si alguien perdió los nervios esa noche, al día siguiente me fui a disculpar, a su oficina. Le di una disculpa por alguien que no iría de ninguna manera a hacerlo, pero no le satisfizo, una palabra por otra. Fueron ofensas basadas en palabras, no en hechos. No, aquello, según él, lo iba a pagar el niño, que no tendría la culpa, reconoció el pavo, pero que le iba a pasar factura. Y la factura le llegó puntual, cuando le quitó los ahorros infantiles. ¡Cuánto cobarde suelto por metro cuadrado he tenido que soportar! Y eso, lo que me ha hizo, fue crecer más y más en valentía. Me fui de allí, pero con la idea de salir para siempre de esa entidad.
Esto no se paró ahí, y el niño siguió recibiendo más ofensas, insultos, que acababan al llegar a su clase, al ser una clase integradora, y con niños de diferentes pueblos. ¡Benditos pueblos y todo el bien que ese niño pudo recibir al sentirse uno más en clase!
Lo que pasa es que los acosadores buscaban algún resquicio por donde colarse, es decir, aprovechaban la oportunidad de que el niño estuviera solo.
Otro día salió de casa zumbando y con el bocado en la boca, porque según él, debía asegurar el campo para sus compañeros. Y menuda trifulca que se organizó. Volvieron a las andadas y vuelta y revuelta de casa al colegio y del colegio a casa. Los ignorantes creían que el muchacho estaba solo, sin nadie en el mundo que lo ayudara. Estaban sus padres, los profesores y los compañeros de su clase que le consideraban por lo valiente y arrojado que era el chaval al buscar un campo en el colegio donde jugar.
Podría seguir relatando más y más incidentes pero con una muestra es más que suficiente.
Fueron pasando los años, y desde luego, que corté los lazos bancarios que me unían a esa entidad cristiana. Llegó el día de demostrar quien, a pesar de todo, había seguido adelante, sin importar que algunas personas nunca le hubieran admitido en su entorno. No lo admitían porque sabía defenderse, y si no, buscaba ayuda en sus seres más allegados. Cuando sé que hay niños que no son capaces de hablar y contar lo que les pasa, y eso da más pie a que sigan pasando más y más cosas, en la más triste ignorancia de sus familiares, maestros y amigos hasta que se crea un ciclo vicioso.
Llegó la hora de la victoria pues me dijeron que tenía que sellar el título de esa persona tan importante para mi, el de bachillerato, y la ocasión la pintaron calva. Allí fui a que él estampara en mi recibo el sello de su oficina. ¿Te das cuenta,? le quería decir con ese detalle, ¿de cómo los padres somos influyentes hasta para que nuestros hijos salgan adelante, por mucho que os duela a algunos, y por tantas averías como habéis interpuesto en que eso no se llegara a producir?
Firma, le dije, y aprende, pensé, de quien no se rinde, de quien saldrá adelante, a pesar de todos los obstáculos habidos y por haber. Y vete con la música a otra parte.