Yo nunca fui a un chamizo, ni a una cochera. En Madrid, mejor me quedaba en casa, y en el pueblo, de niña, hacíamos casetas sin techo y con mucha imaginación. Y nos íbamos todos juntos y juntas al Teleclub donde jugábamos a las cartas, veíamos la tele, comíamos pipas o mielitos, y cuando acababa la peli nos íbamos a la plaza a jugar a lo que fuera. Grandes y pequeños, donde no imperaba la discriminación y si la integración. Como me integraron de niña, me he podido zafar de la discriminación de mayor. De joven, en mi pueblo, lo mismo, siempre fui admitida en el grupo. Si aquí no lo soy, es porque soy distinta, porque siempre he sido yo misma.
Lo mismo he inculcado a los míos, y con una máxima, "más vale estar solo o sola que mal acompañado o acompañada."
Lo mismo he inculcado a los míos, y con una máxima, "más vale estar solo o sola que mal acompañado o acompañada."