Me llevé un disgusto tremendo, como si me quitaran algo personal. Y es que los bienes inmateriales no cuentan para nuestros políticos, por más que presuman de ser cultísimos como le sucede a nuestro alcalde actual que apareció en la prensa defendiendo un bien inmaterial portugués, tal que el fado. ¿Y las piedras, no hay quien las defienda? Pues desde el 2011 se están llevando el puente del Arzobispo, piedra a piedra. Como explico en estos post, para el 2013 ya liquidaron el primer castillete. Y ahora han empezado con el segundo. De momento, la piedra está en el suelo y lo que se necesita es cimentarla antes que se la lleven. Por casualidad lo vi porque en realidad iba en busca de unas flores que me engañaron desde la carretera. Pero es que tuvieron que disfrazarse para llevarme hasta allí. Me queda claro que las casualidades no existen.
Los bienes inmateriales hay que fundamentarlos con razones y con perseverancia; y sin embargo estamos ante un bien patrimonial que no necesita justificación, ya que es material cien por cien. Son las piedras sagradas que sustentan nuestra historia y a decir verdad, como si no les importaran a nadie. Que se han llevado un trozo del puente, pues los políticos tan a gusto duermen. ¿Se ha molestado alguien en restituir lo que falta? Y ahora lo que se requiere es afianzar la piedra que han arrancado antes que se la lleven los cacos. Eso parece fácil, un poco de cemento y es preciso contar con las autoridades del Patrimonio para que se pueda reparar sin que falle la talla artística. Y en vista de lo cual no estaría de más ponerle una red o alguna protección, o incluso una cámara. El caso es que dejen el puente en donde la historia le vio nacer.