¿Qué foto elegiría para insertar el discurso de nuestro alcalde flamante? Me temo que esta no sirve. Lo siento, que dos cosas a la vez no se pueden hacer, ni aunque sea una mujer. Si tomo un video no hago la foto. La cosa está en que me parece importante el discurso que dio, y sin embargo, no quiero delatar las miradas tediosas de los sufridores de todo lo malo que le ha tocado sufrir a Tardajos, entre los que me incluyo. Hablo por mi, que de discursos estoy más que harta, que lo importante son las acciones, siempre que éstas fueran buenas, claro.
De los discursos que he oído, es de los peores, lo siento, soy así de sincera. Es que aquí los hubo muy brillantes y nada provechosos. Y éste, de brillante nada. Quizás penséis que soy dura, que no tengo corazón y os diré que tratándose de políticos y más de poca monta, mi corazón se ha hecho de piedra porque no iba a esperar nadie que se me rompiera.
Pienso lo mismo que nuestra secretaria, que los alcaldes buenos no existen, y yo como sufridora, digo que tampoco he visto buen@s secretari@s aquí, y que cuando uno lo hubo, rápido lo despidieron.
Que soy dura, ¿y cómo no voy a serlo cuando a una mujer como yo, que ha trabajado de lo lindo por la verdad, me han tratado así? No pidáis peras a un olmo porque no os la va a dar. Mirad a quién habéis hecho pagar los platos rotos y entonces comprenderéis que estoy en mi derecho de opinar, lo único que puedo hacer. Cuando muchos y muchas han actuado en contra mía, yo con lo único que he respondido ha sido con palabras e imágenes.
Sólo quiero que se sepa que Raimundo me apreciaba porque era capaz de decirle a la cara lo que pensaba, cuando bien sabía él, por su mucha experiencia, cómo le agasajaban muchos, y a la vez le apuñalaban por la espalda. Eso requiere muchos años al frente de un gobierno para apercibirse de ello. Y sin embargo tiene su punto de decencia porque sabiendo cómo era yo, tuvo la fortaleza de darme una oportunidad. No todo es bueno, no todo es malo. Sin esa oportunidad no hubiera sabido el fondo que aquí se ocultaba, porque muchos concejales, si no hubiera sido por mi testimonio jamás lo hubieran imaginado. También es bueno haber creado décimas de memoria y valentía. Que hablar de 25 años sin saber qué ha pasado aquí es mucho atrevimiento cuando una ya lleva más de treinta en la brecha.
De los discursos que he oído, es de los peores, lo siento, soy así de sincera. Es que aquí los hubo muy brillantes y nada provechosos. Y éste, de brillante nada. Quizás penséis que soy dura, que no tengo corazón y os diré que tratándose de políticos y más de poca monta, mi corazón se ha hecho de piedra porque no iba a esperar nadie que se me rompiera.
Pienso lo mismo que nuestra secretaria, que los alcaldes buenos no existen, y yo como sufridora, digo que tampoco he visto buen@s secretari@s aquí, y que cuando uno lo hubo, rápido lo despidieron.
Que soy dura, ¿y cómo no voy a serlo cuando a una mujer como yo, que ha trabajado de lo lindo por la verdad, me han tratado así? No pidáis peras a un olmo porque no os la va a dar. Mirad a quién habéis hecho pagar los platos rotos y entonces comprenderéis que estoy en mi derecho de opinar, lo único que puedo hacer. Cuando muchos y muchas han actuado en contra mía, yo con lo único que he respondido ha sido con palabras e imágenes.
Sólo quiero que se sepa que Raimundo me apreciaba porque era capaz de decirle a la cara lo que pensaba, cuando bien sabía él, por su mucha experiencia, cómo le agasajaban muchos, y a la vez le apuñalaban por la espalda. Eso requiere muchos años al frente de un gobierno para apercibirse de ello. Y sin embargo tiene su punto de decencia porque sabiendo cómo era yo, tuvo la fortaleza de darme una oportunidad. No todo es bueno, no todo es malo. Sin esa oportunidad no hubiera sabido el fondo que aquí se ocultaba, porque muchos concejales, si no hubiera sido por mi testimonio jamás lo hubieran imaginado. También es bueno haber creado décimas de memoria y valentía. Que hablar de 25 años sin saber qué ha pasado aquí es mucho atrevimiento cuando una ya lleva más de treinta en la brecha.