¡Cuántos paseos tan entrañables nos hemos dado por los campos y los caminos de concentración, hasta en medio de las inundaciones! No es extraño, que el buen Sami, en cuanto me ve, que soy la única que le saca a dar paseos, me baile.
Todo empezó porque yo tenía que buscar una solución buena para ambos. Me veía obligada a limpiar sus cacas, que otros no podían con eso y les daba náuseas. A mi también, pero yo soy muy responsable de lo mío, y lo hacía como un deber de dueña de una mascota. Y cuando eran dos perros en el patio, que entonces quería sacarlos." ¡Es imposible!" me decían. Pues, nada, a seguir limpiando sus detritos.
Falló Sol, que se murió, y entonces me dije, pobre Sami, hay que alegrarle un poco la vida porque se quedó, tan triste que daba pena verlo echado de menos a su casi padre.
Al principio tiraba de mi y me hacía correr, y hasta dolor de rodillas me gané. Poco a poco lo fui domesticando para los paseos. Y cambiando de correas porque algunas acabaron destrozadas por tanto ímpetu, hasta que di con la que lleva actualmente, más corta, fija y bien gruesa. Mano de santo, por eso, y por mi perseverancia. Granada no se gana en una hora, que costó mucho su conquista a los moros hasta dar fin al último califa.
Ahora es más dócil que una zapatilla de estar en casa. Últimamente recogimos una gatita abandonada y temíamos por lo fiero que es con los gatos. Un día me arrastró calle abajo por haber visto un gato en la esquina misma de mi casa. Menudo talegazo me di, y cuando me vio caída vino manso a ver qué me había pasado. Afortunadamente nada, Sami, pero la próxima vez te suelto, y si pasa un coche y te pilla, tu te lo habrás ganado. Ni sé si lo entendió siquiera, así que, él en su papel de perro no pudo tener culpa. Yo aprendí a cuidarme algo más y a tener más reflejos la próxima vez.
Sin embargo se ha acostumbrado a ver a Lita y juega con ella, no la ataca, se deja arañar y morder. Lo que es la convivencia, que hasta gatos y perros si son de la casa, viven amistosamente y sin problemas.
Lecciones de vida te dan los animalillos todos los días, y yo que no sentía afecto ni por gatos ni por perros, ahora que los tengo, los valoro, cuido y quiero. Ni todos los gatos son iguales, ni los perros tampoco, pero los gatos son menos fiables que los perros. Eso lo sabe todo el mundo. Quizás por supervivencia, que un gato vive a lo largo de su vida muchos peligros por lo curioso y atrevido que es. Siete vidas tiene un gato, y la última acaba con él.
Todo empezó porque yo tenía que buscar una solución buena para ambos. Me veía obligada a limpiar sus cacas, que otros no podían con eso y les daba náuseas. A mi también, pero yo soy muy responsable de lo mío, y lo hacía como un deber de dueña de una mascota. Y cuando eran dos perros en el patio, que entonces quería sacarlos." ¡Es imposible!" me decían. Pues, nada, a seguir limpiando sus detritos.
Falló Sol, que se murió, y entonces me dije, pobre Sami, hay que alegrarle un poco la vida porque se quedó, tan triste que daba pena verlo echado de menos a su casi padre.
Al principio tiraba de mi y me hacía correr, y hasta dolor de rodillas me gané. Poco a poco lo fui domesticando para los paseos. Y cambiando de correas porque algunas acabaron destrozadas por tanto ímpetu, hasta que di con la que lleva actualmente, más corta, fija y bien gruesa. Mano de santo, por eso, y por mi perseverancia. Granada no se gana en una hora, que costó mucho su conquista a los moros hasta dar fin al último califa.
Ahora es más dócil que una zapatilla de estar en casa. Últimamente recogimos una gatita abandonada y temíamos por lo fiero que es con los gatos. Un día me arrastró calle abajo por haber visto un gato en la esquina misma de mi casa. Menudo talegazo me di, y cuando me vio caída vino manso a ver qué me había pasado. Afortunadamente nada, Sami, pero la próxima vez te suelto, y si pasa un coche y te pilla, tu te lo habrás ganado. Ni sé si lo entendió siquiera, así que, él en su papel de perro no pudo tener culpa. Yo aprendí a cuidarme algo más y a tener más reflejos la próxima vez.
Sin embargo se ha acostumbrado a ver a Lita y juega con ella, no la ataca, se deja arañar y morder. Lo que es la convivencia, que hasta gatos y perros si son de la casa, viven amistosamente y sin problemas.
Lecciones de vida te dan los animalillos todos los días, y yo que no sentía afecto ni por gatos ni por perros, ahora que los tengo, los valoro, cuido y quiero. Ni todos los gatos son iguales, ni los perros tampoco, pero los gatos son menos fiables que los perros. Eso lo sabe todo el mundo. Quizás por supervivencia, que un gato vive a lo largo de su vida muchos peligros por lo curioso y atrevido que es. Siete vidas tiene un gato, y la última acaba con él.