Y no seamos ingenuos, que la verdad es que a este señor el tiempo ya le apremia, quiere volver a tener el manejo de la caja de caudales del pueblo, como hasta ahora, y por eso transige en asfaltar la calle de Emilio Miguel. Además es una calle que tiene más vecinos que otras. Pero que tiene un gran problema de siempre con el alcantarillado, que no debe de perderse de vista. Y además ahí hay allegados del partido. Gracias a que sabemos mucho de quienes somos, porque si no, nos perderíamos mucho de lo que se cocina. Y sabemos de los ingredientes.
Ni a la altura del barro le va a llegar a ese gran alcalde que hubo en Tardajos y en un tiempo que no había democracia y me juego lo que sea, que Emilio Miguel escuchaba a la gente. Lo indagaré, también. Mientras haya memoria, habrá también futuro. Hoy me he detenido a ver la obra del siglo de la carretera, semejante chapuza... La barricada, voy a llamar yo a esa zona. Óxido y degradación. A la gente no le gusta, porque encima a esos vecinos les han hecho una calle ridícula donde tienen que maniobrar para meter los coches a sus cocheras. Otros han quedado mejor parados y por lo que se ve es que no todos somos iguales. Si invitamos, halagamos y obsequiamos, el trato, preferente. Hay gente que le gusta pelotear y eso a la larga sale muy mal al pueblo en general. A eso se le llama caciquismo y servilismo. ¡Ah, señor don Jose María, a dónde hemos ido a parar! A épocas antediluvianas que creíamos olvidadas.
Ni a la altura del barro le va a llegar a ese gran alcalde que hubo en Tardajos y en un tiempo que no había democracia y me juego lo que sea, que Emilio Miguel escuchaba a la gente. Lo indagaré, también. Mientras haya memoria, habrá también futuro. Hoy me he detenido a ver la obra del siglo de la carretera, semejante chapuza... La barricada, voy a llamar yo a esa zona. Óxido y degradación. A la gente no le gusta, porque encima a esos vecinos les han hecho una calle ridícula donde tienen que maniobrar para meter los coches a sus cocheras. Otros han quedado mejor parados y por lo que se ve es que no todos somos iguales. Si invitamos, halagamos y obsequiamos, el trato, preferente. Hay gente que le gusta pelotear y eso a la larga sale muy mal al pueblo en general. A eso se le llama caciquismo y servilismo. ¡Ah, señor don Jose María, a dónde hemos ido a parar! A épocas antediluvianas que creíamos olvidadas.