Pues yo si tengo la valentía necesaria, y así se lo dije, "ven y dime a la cara todo lo que me estás diciendo por teléfono, que lo soportaré y si puedo, te lo rebatiré", y en presencia de nuestro cura párroco Don Gonzalo, como así amenazaba. Pero no volvió, prefirió irse al bar a tomarse una copa de vino para calmar la rabia y a la vez refugiarse en los brazos de Baco.
¡Qué peripecias! Y ya estamos a 2018. En la sala de plenos como manda, me manda callar. Si puedo, me callo y si no, me ponen a bajar de un burro por hablar, entre todos los caballeros de la mesa redonda, ni defenderme, reírme... Si es señor principal, entonces acepta, si es uno de tantos, ni acude, como ocurrió en la última reunión que tuvimos de la fundación. ¡Qué memo fue! Ni que me lo fuera a comer, pero el orgullo le pudo más. A ver si un señor tan principal se iba a rebajar a ser uno de tres. No fue ni generoso. Él se lo perdió.