Vuelvo a interrumpir el pleno por lo curiosa que soy. Ayer fui a la carretera, y cuál no fue mi sorpresa, ¡estaban los trabajadores del verano quitando las hierbas en la barricada!, ese contenedor oxidado y de tanto valor para el expendedor, que no para el comprador y sufridor que es el pueblo, a expensas de lo que sus mandatarios quieran y tengan el capricho de poner como en este caso, un bebedero de hierbas y a buen precio. Claro, me dije, si encima del buen riñón que nos ha costado luce tan hermoso de amapolas, géminas, etc.. Todavía si fueran cardos tendrían un pase, ¡pero amapolas, por Dios y por todos los Santos! hacer un monumento y que vengan las amapolas a colonizarlo todo...!
Todas perecieron, una a una, de las manos de nuestros trabajadores del verano. Que son los que tienen que hacer lo que no se hace en todo el año. Es así, y si quieren trabajar que no pongan pegas. Que aquí el trabajo manual es mejor que el abrasivo, o el de las máquinas. Es un trabajo artesano cien por cien.
Aquí se tenía otra política antes, se tenían máquinas que ahora se usan poco. Se corta los dos jardines de césped de la plaza, que quedan, y el resto se rocía de abrasivos para hierbas como pude comprobar. Gracias a que los rosales son muy, muy sufridos, y aunque tarde, al final florecen. Y más sorpresas en el día de hoy. Monísimos deben de haber quedado los recintos de oxído inclinados. No sé si me dará tiempo, que cosas así merece reflejar.
Pero si iban a ser muy baratos en el mantenimiento, y al final resultan más caros que el césped que se pasa la máquina y en un tris tras se acaba. No es moderno eso, mejor a mano. Y eso que sí se tenían las máquinas, que no había que hacer inversiones... Mejor que las máquinas se queden mirando, los vecinos al sol, que ya hay bancos, para tomar el sol y no la sombra porque los árbolillos son pequeños aún. Todo se andará. Las hierbas que nazcan, bajo control. Quizás unos paneles solares en la carretera no nos irían mal, si eso abaratara costes, que visto lo visto, aquí ni funcionarían.
Todas perecieron, una a una, de las manos de nuestros trabajadores del verano. Que son los que tienen que hacer lo que no se hace en todo el año. Es así, y si quieren trabajar que no pongan pegas. Que aquí el trabajo manual es mejor que el abrasivo, o el de las máquinas. Es un trabajo artesano cien por cien.
Aquí se tenía otra política antes, se tenían máquinas que ahora se usan poco. Se corta los dos jardines de césped de la plaza, que quedan, y el resto se rocía de abrasivos para hierbas como pude comprobar. Gracias a que los rosales son muy, muy sufridos, y aunque tarde, al final florecen. Y más sorpresas en el día de hoy. Monísimos deben de haber quedado los recintos de oxído inclinados. No sé si me dará tiempo, que cosas así merece reflejar.
Pero si iban a ser muy baratos en el mantenimiento, y al final resultan más caros que el césped que se pasa la máquina y en un tris tras se acaba. No es moderno eso, mejor a mano. Y eso que sí se tenían las máquinas, que no había que hacer inversiones... Mejor que las máquinas se queden mirando, los vecinos al sol, que ya hay bancos, para tomar el sol y no la sombra porque los árbolillos son pequeños aún. Todo se andará. Las hierbas que nazcan, bajo control. Quizás unos paneles solares en la carretera no nos irían mal, si eso abaratara costes, que visto lo visto, aquí ni funcionarían.