Pues resulta que mi marido y yo nos fuimos a Rabé de las Calzadas al bar "La Fuente", y allí confluimos varias personas. Una gran personalidad pública que cuando me vio me obvió, y como con resorte saludó de viva voz a mi esposo. "Hola Jesús, amigo, gran amigo, qué gusto de verte". A mi, me saludaron los subalternos, y bien honrada me sentí, que sean trabajadores y muy buenos por cierto, y porque vayan con el señor, haciendo e chóferes y acompañantes ¿no me iban a saludar? Pues no me obviaron y no hubo diferencias en el saludo que fue para ambos, para mi marido y para mi, sin distinciones.
Ellos estaban a lo suyo, el señor alcalde platicaba y hacía muchas preguntas a unos rabinos oriundos que volvieron al pueblo, y tenían una animada charla en la que no osé intervenir hasta que esa acabó. Luego, resulta que un familiar de la familia Riveras Pampliega salió, y también nos despidió amablemente, a mi marido y a mi, sin distintiones. Justo fue salir, cuando le dijeron que era familia de los empresarios de Gonvarri, y entonces mostró un interés inusitado para concluir que no importaba nada, etc... Lo que sí dije era que en los pueblos las familias suelen importar mucho, para bien o para mal; y más en Rabé. Me obvió, y siguió a lo suyo, y yo también seguí leyendo la prensa.
Luego se salieron todos los de esa comitiva, y nos quedamos charlando tranquilamente, una amiga mía que es la hija de los propietarios del local, y yo sobre las fiestas de los pueblos, donde yo, contaba los pormenores que sé sobre ese tema. Me preguntó que cuando empezaban las fiestas en Tardajos y le dije que había leído que el día 12 de agosto, por el programa de los quintos, que le había echado un vistazo. A tal tiempo vuelve sobre sus pasos el señor alcalde y entonces ella, que trabaja en esa empresa familiar se lo vuelve a preguntar al mismo alcalde que cuando empieza la fiesta en Tardajos. A lo que el señor alcalde no sabe, no contesta. Y lo único que se me ocurrió es no morderme la lengua y decir que si alguien lo podía saber era quien rubricaba el programa festivo, y menuda pulla, "que si yo contigo no hablo, que no me dirijas la palabra para nada, que si patatín, que si patatán..." Y yo pues me callé y seguí con la prensa, pero antes le dije que yo hablaba si me venía en gana hablar, gustara o no a alguien, que esa es una facultud mía y de nadie más. Se fue de nuevo, y yo me quedé terminando la prensa, me fui al baño, mientras mi marido salía a la calle.
Ellos estaban a lo suyo, el señor alcalde platicaba y hacía muchas preguntas a unos rabinos oriundos que volvieron al pueblo, y tenían una animada charla en la que no osé intervenir hasta que esa acabó. Luego, resulta que un familiar de la familia Riveras Pampliega salió, y también nos despidió amablemente, a mi marido y a mi, sin distintiones. Justo fue salir, cuando le dijeron que era familia de los empresarios de Gonvarri, y entonces mostró un interés inusitado para concluir que no importaba nada, etc... Lo que sí dije era que en los pueblos las familias suelen importar mucho, para bien o para mal; y más en Rabé. Me obvió, y siguió a lo suyo, y yo también seguí leyendo la prensa.
Luego se salieron todos los de esa comitiva, y nos quedamos charlando tranquilamente, una amiga mía que es la hija de los propietarios del local, y yo sobre las fiestas de los pueblos, donde yo, contaba los pormenores que sé sobre ese tema. Me preguntó que cuando empezaban las fiestas en Tardajos y le dije que había leído que el día 12 de agosto, por el programa de los quintos, que le había echado un vistazo. A tal tiempo vuelve sobre sus pasos el señor alcalde y entonces ella, que trabaja en esa empresa familiar se lo vuelve a preguntar al mismo alcalde que cuando empieza la fiesta en Tardajos. A lo que el señor alcalde no sabe, no contesta. Y lo único que se me ocurrió es no morderme la lengua y decir que si alguien lo podía saber era quien rubricaba el programa festivo, y menuda pulla, "que si yo contigo no hablo, que no me dirijas la palabra para nada, que si patatín, que si patatán..." Y yo pues me callé y seguí con la prensa, pero antes le dije que yo hablaba si me venía en gana hablar, gustara o no a alguien, que esa es una facultud mía y de nadie más. Se fue de nuevo, y yo me quedé terminando la prensa, me fui al baño, mientras mi marido salía a la calle.