EN CLAVE DE HUMOR TARDAJEÑO, POR TANTO COMO TARDAJOS AVANZA
Si no fuera por las nubes, no lucirían tanto los bancos de la carretera.
A veces es que me da por pensar y pienso, opino, y digo lo que pienso y no gusta a las autoridades lo que digo y escribo.
Creánme que lo siento en el alma,
como siento la pérdida de los frondosos plataneros que ahora nos darían sombra caso que hubieran sido respetados.
Y lo digo porque en verdad yo lo siento así como suena.
Me duele en el alma esta penosa pérdida.
Y no puede ser ya que nos den sombra cuando el lugar ha quedado convertido en un "solarium " de verano, muy caro, lujoso y arrasado; pero vacío de contenido, que será una nevera en invierno haciendo galas y alas de imaginación prediciendo el tiempo.
Todavía en verano nos quedarán los bancos para estar un poco a la fresca, con un buen botijo de agua fresca, o un calimocho, a elegir según los gustos y usos de quien se quiera sentar.
Yo me pido contar los árboles que faltan y recitar mis poemas escritos a los bellos plataneros muertos.
¿Acaso eso me puede llevar a un juicio, por la falta de juicio de quienes han diseñado este "solarium" de verano?
¡Qué pasada! que eso me pase a mi por pensar y poner todo lo que pienso por escrito!
Así como suena.
¿Acaso, en España, en esta época, tenemos restringida la libertad de llorar a nuestros bellos ejemplares que ya no nos van a dar más sombra, porque ya no existen, a causa de una tala indiscriminada que ha convertido el paraje en un solar liso, llano, mondo y lirondo?
¿No me puedo refugiar en mis escritos, cuando ya no hay sombras, ¡no eran rentables! a los diseñadores del nuevo pueblo?
Quizás sí eran beneficiosos para los vecinos mayores, e incluso para los peregrinos, y lo obviaron.
Ni siquiera pista de patinaje con los adoquines dispuestos en el suelo serían en invierno y los bancos de por medio.
¿De verdad, con todo el solitrón que llevamos encima,
a las horas centrales del día, de 11 a 20 horas,
la gente se puede sentar en estos bancos sin coger una insolación o quemaduras de primer grado,
por tanto sol como lleva cayendo a plomo con décimas de aires saharianos en estos lares?
¿A mí, CIUDADANOS del mundo, me vais a denunciar por pensar, decir y escribir lo que pienso?
Y si es así, decídmelo a mí, que tengo entidad propia, soy la que pienso, y luego escribo porque hoy por hoy vivo en un país de libre pensamiento y libertad de expresión gozo.
No pongáis de por medio a mi marido, que él pasa del foro y de mis escritos. Y pasaba lo mismo cuando escribía en el Diario, no le importaba ni un comino ni un pimiento. Ahora mucho menos le importa.
Hoy se lo ha vuelto a decir a mi marido la gloriosa autoridad que nos gobierna:
"Tu esposa se va a meter en un lío por pensar, decir y escribir lo que piensa".
¿Qué digo yo?
que a ese partido, en pleno, le espero sentada en un banco o dos de la entrada al pueblo, y que a la cara me lo diga.
Eso es lo que digo yo, y también digo, que al sol en estos bancos de pueden freír huevos, por lo maruja que soy.
Y sin aceite.
Vuelta y vuelta se le da a un buen filete o chuletón si a tiempo viene.
Carmen García
Si no fuera por las nubes, no lucirían tanto los bancos de la carretera.
A veces es que me da por pensar y pienso, opino, y digo lo que pienso y no gusta a las autoridades lo que digo y escribo.
Creánme que lo siento en el alma,
como siento la pérdida de los frondosos plataneros que ahora nos darían sombra caso que hubieran sido respetados.
Y lo digo porque en verdad yo lo siento así como suena.
Me duele en el alma esta penosa pérdida.
Y no puede ser ya que nos den sombra cuando el lugar ha quedado convertido en un "solarium " de verano, muy caro, lujoso y arrasado; pero vacío de contenido, que será una nevera en invierno haciendo galas y alas de imaginación prediciendo el tiempo.
Todavía en verano nos quedarán los bancos para estar un poco a la fresca, con un buen botijo de agua fresca, o un calimocho, a elegir según los gustos y usos de quien se quiera sentar.
Yo me pido contar los árboles que faltan y recitar mis poemas escritos a los bellos plataneros muertos.
¿Acaso eso me puede llevar a un juicio, por la falta de juicio de quienes han diseñado este "solarium" de verano?
¡Qué pasada! que eso me pase a mi por pensar y poner todo lo que pienso por escrito!
Así como suena.
¿Acaso, en España, en esta época, tenemos restringida la libertad de llorar a nuestros bellos ejemplares que ya no nos van a dar más sombra, porque ya no existen, a causa de una tala indiscriminada que ha convertido el paraje en un solar liso, llano, mondo y lirondo?
¿No me puedo refugiar en mis escritos, cuando ya no hay sombras, ¡no eran rentables! a los diseñadores del nuevo pueblo?
Quizás sí eran beneficiosos para los vecinos mayores, e incluso para los peregrinos, y lo obviaron.
Ni siquiera pista de patinaje con los adoquines dispuestos en el suelo serían en invierno y los bancos de por medio.
¿De verdad, con todo el solitrón que llevamos encima,
a las horas centrales del día, de 11 a 20 horas,
la gente se puede sentar en estos bancos sin coger una insolación o quemaduras de primer grado,
por tanto sol como lleva cayendo a plomo con décimas de aires saharianos en estos lares?
¿A mí, CIUDADANOS del mundo, me vais a denunciar por pensar, decir y escribir lo que pienso?
Y si es así, decídmelo a mí, que tengo entidad propia, soy la que pienso, y luego escribo porque hoy por hoy vivo en un país de libre pensamiento y libertad de expresión gozo.
No pongáis de por medio a mi marido, que él pasa del foro y de mis escritos. Y pasaba lo mismo cuando escribía en el Diario, no le importaba ni un comino ni un pimiento. Ahora mucho menos le importa.
Hoy se lo ha vuelto a decir a mi marido la gloriosa autoridad que nos gobierna:
"Tu esposa se va a meter en un lío por pensar, decir y escribir lo que piensa".
¿Qué digo yo?
que a ese partido, en pleno, le espero sentada en un banco o dos de la entrada al pueblo, y que a la cara me lo diga.
Eso es lo que digo yo, y también digo, que al sol en estos bancos de pueden freír huevos, por lo maruja que soy.
Y sin aceite.
Vuelta y vuelta se le da a un buen filete o chuletón si a tiempo viene.
Carmen García