En 1063 Fernando I daba
Terminón y
Bentretea al abad de
Oña,
San Iñigo, y a su caterva de monjes. En 1683 el
monasterio disputaba la jurisdicción del pueblo. Quizá el nombre de Terminón tenga algo que ver con la frontera castellano-
navarra o sea indicativo de limitación del
valle de las Caderechas, pues se encuentra a su entrada.
La
torre entró en los Porras por matrimonio de
Martín con Isabel de la Peña en la segunda mitad de s. XVI. “Los Peñas tienen en este lugar su origen y
casa de tiempos inmemoriales a esta parte. Esta casa y solar de la Peña es más noble que la nobleza por la mucha antigüedad desta casa… Es tan antigua en este lugar de Terminón y valle de Caderechas que nunca se ha sabido su prinzipio porque se ha perdido la memoria de quando hizieron aquí asiento los primeros deste apellido y que en este lugar no hay que respetar, ni en todo este valle, otra casa que esta casa que por muy calificada está todo este valle respetando los
escudos y armas de sus dueños”. Téngase en cuenta que todos los vecinos del valle de las Caderechas eran hidalgos.
A fines del s. XVI Martín de Porras y su mujer declaraban “que la torre y casa fuerte y heredamientos que yo la dicha Dª Isabel de la Peña poseo en el lugar de Terminón en la merindad de la Bureba es binculado e biniendo a estos Reynos el señor Capitán Lope de la Peña mi hermano que está en
Chile, es suio, e no biniendo es del Dn. Fhelipe de Porres, mi hijo”. Según los vecinos, en el
pueblo hubo dos
torres de la misma
familia. Una de ellas en el centro del pueblo, destruida hace unos treinta años para destinar el solar a otros fines.
Desde la plazoleta se salva un arroyo por un
puente construido en 1796 y se pasa a las
huertas en medio de las cuales se halla la torre. Los restos son escasos. Unicamente puede juzgarse hoy día por un paredón al Norte y los arranques de los lados Este y Oeste. Dicho paredón mide 13,50 metros de longitud por un metro de grosor. En el s. XVII se describía como “Vna torre de
piedra cantería de obra de mampostería de la dicha piedra y cal y las
esquinas de cantería labradas de sillería y en uno de dos lados que se descubren, tiene, dos varas poco más o menos del suelo, dos troneras rasgadas, y al medio de la torre otras dos que corresponden a las de abajo, y en medio destas dos una
ventana, con un balconzillo de hierro, y en el otro lado tiene una tronera al mismo alto de las dos más altas referidas, y una ventanilla al mismo igual poco maior que media vara de largo, y una cuarta de ancho, y se reconoze en la obra desta torre y disposizion ser de mucha
antigüedad; y en lo alto e remate tiene añadido de obra nueua de ladrillo, cosa de dos varas de pared por todos lados en que se funda la cubierta y tejado que cubre esta torre.
Y el dicho lizenciado Juan Alonso de Prado que nos asiste dijo que lo que oy tiene dicha torre añadido nueuo de ladrillo, estaba coronado de almenas, y que aura treinta y dos o treinta y tres años (que don Felipe de Porres que eredó esta Casa por la dicha doña Isabel de la Peña su madre) le derribó las almenas y hizo la dicha obra nueua de ladrillo, para cubrirla y hazer un aposento en lo alto y juro in verbo sacerdotis ser esso asi y de auerlas conozido derribar y assi mesmo lo que restaua de la casa antigua de los otros dos lados de la torre, en que edificó dos quartos nueuos de cantería labrada de sillería menos altos que la torre… y en un genero de contramuralla o zerca almenada que cubre y cerca la
puerta de la casa prinzipal tiene otra puerta que es la primera para entrar a la prinzipal de la casa todo de obra nueua, y enzima de ella tiene tres escudos los dos de los lados de las armas de los Porres y otras y en el del medio están solo las armas de los Peñas…”
Puede apreciarse aún las tres plantas de que constó y cómo a partir de cierta altura se estrechan notablemente. Sus proporciones recuerdan a las de un
palacio. Las esquinas son de buena sillería y el resto de mampostería. Conserva aún parte de las almenas. Los escudos, en cambio, han desaparecido.
Esta torre fue considerada siempre como el solar de los Peñas. Estuvo habitada, al menos, hasta el s. XVIII en que tenía “un casero para atender la casa y avisar de sus reparos”.