La
iglesia más fotogénica del
románico, sin duda, pero cada vez que me acuerdo del pincho de morcilla que me tomé para recaudar para esas terroríficas y estridentes
campanas ufff me tenía que haber quedao en la cama aún con peligro de
fuente.
Y este año voy y me engañan otra vez con la lotería de los esgüevos...
Menos mal que yo no vivo en el
barrio cultural
El hijo prodigo.