A la salida del desfiladero de La Horadada se localizan las
ruinas de una de las fortalezas más nombradas y con mayor
historia de la vieja Castilla: el
castillo de Tedeja. Desde sus
murallas se divisa un
paisaje de increíble belleza y personalidad.
Las ruinas de esta legendaria fortaleza de Las Merindades estuvieron perdidas hasta hace unos pocos años cuando, gracias a la iniciativa de la asociación cultural
Amigos de Tedeja y a su presidente Roberto Fernández, fueron rescatadas de la densa vegetación que las ocultaba.
Desde época
romana y visigoda, el lugar donde está emplazado, en el actual término municipal de
Trespaderne, era un punto vital para controlar el importante paso de La Horadada. Numerosos hallazgos encontrados en la zona corroboran la presencia de gentes visigodas en su entorno.
A comienzos del siglo VIII y debido al empuje del islam el estado visigodo entró en crisis. Muchos de sus habitantes huyeron hacia el norte para buscar
refugio tras el casi infranqueable cinturón montañoso formado por La Tesla y los Obarenes.
Con el tiempo este pequeño territorio protegido por el foso del Ebro, que primero se llamó Las Bardulias, acabaría convirtiéndose en la más primitiva Castilla. La Horadada era uno de los escasos accesos a este baluarte y su tránsito estaba controlado por el castillo de Tedeja.
Tedeja tuvo su mayor apogeo entre el s X y XII, pero al alejarse hacia el sur la frontera en los reinos cristianos, perdió todo su valor estratégico. En la actualidad se puede disfrutar de una recreación, con todo el respeto a los restos originales, de esta inexpugnable fortaleza.
CÓMO LLEGAR
El acceso al castillo de Tedeja se realiza por una pista cementada que parte cerca de la antigua
estación ferroviaria de Trespaderne. Al final de la empinada ascensión se localiza un
aparcamiento y el
camino que sube hasta la recuperada fortaleza.