Sr. Tarrero: leí, con fruición, hace una semana su libro sobre
Turzo y me impresionaron varias cosas, además de su rigor; principalmente el relato de esa pareja de ancianos que por nada del mundo, por ninguna seguridad y postiza comodidad, querían abandonar sus profundas raíces por muy duras y desabridas que esas fueran.
Le felicito no solo por el esfuerzo de investigación en sí sobre un pequeño
rincón de nuestras Loras que, a muchos, puede parecer sin importancia, y por cómo ha sido capaz de transmitir
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