Al pie de la hilera de riscos cortados, que forma el
río, que Pascual Madoz denomina “Mataovejas” y ahora se conoce como “Mataviejas”, en su margen derecho, en una
carretera estrecha que parte desde
Puentedura, y en terreno desigual, encontramos a
URA, a 20 km de Lerma y 45 de
Burgos.
Siente el calor y la compañía de
Cebrecos,
Castroceniza,
Retuerta,
Covarrubias, Puentedura y
Tordueles.
El 24 de noviembre de 978 ya aparece su nombre escrito en el cartulario del Infantado de Covarrubias y, según recoge el Marqués de la Ensenada en las respuestas generales de su célebre Catastro, sus pobladores declararon en 1752 que pertenecían al abadengo del
monasterio de
San Pedro de Arlanza.
Contaba con 70 habitantes en el año 1848, según atestigua Pascual Madoz en su Diccionario geográfico. No defraudó la línea de actuación de la inmensa mayoría de los
pueblos de la provincia, y creció en la segunda mitad del siglo XIX hasta presentar en 1900 un censo de 102 personas. Comenzó un rápido descenso en la dura primera mitad del siglo XX y en 1950 sumaban sólo 61 sus habitantes.
Y la emigración de la segunda mitad del siglo ha hecho estragos en él, reduciéndolo a 7 personas en el año 2000