ÚRBEL Y SU DESAFIANTE
CASTILLO
En las tierras más occidentales de la comarca del Tozo, a un tiro de
piedra de las riberas del
río Úrbel y arropado por una serie de elevaciones calizas pertenecientes al Geoparque de Las Loras se descubre el
pueblo de
Úrbel del Castillo. Su bien conservado
caserío aparece presidido por la silueta de un desafiante castillo que se alza en la cima de un espectacular promontorio rocoso.
La casi inaccesible fortaleza consta de una
torre de planta pentagonal alargada que recuerda la forma de un diamante. Sus muros, rematados aún por unas cuantas almenas adornadas por vistosos
adornos piramidales, están perfectamente adaptados al reducido espacio existente en la cima sobre la que se asienta. Una
puerta de acceso —de la que fueron desmontados los sillares que le daban forma—, dos
arcos apuntados que iluminaban el desparecido piso superior de la torre, y unas pocas saeteras son los escasos vanos con los que contaba el castillo.
La zona más practicable de la
roca se encuentra reforzada por un pequeño antemural. En esta
terraza, posiblemente el
patio de armas, se localizan los restos de un aljibe —del que se abastecían de
agua los habitantes de la fortaleza—, y de una empinada
escalera que pudo ser el acceso principal al castillo. Los restos que se han conservado son de estilo
gótico y fueron levantados por la
familia de los Zúñiga, entre finales del siglo XIV y principios del XV.
Para subir hasta la fortaleza se debe localizar el
sendero que parte justo en el lugar donde confluyen la travesía Real y la
calle de
San Esteban y no muy lejos de la
iglesia parroquial de Nuestra Señora de las Candelas. La subida es un poco empinada pero el esfuerzo merece la pena. En el tramo final rocoso hay que extremar las precauciones.