ERMITA VISIGÓTICA
En lo más alto de la acrópolis natural de Castrosiero se alza la ermita de las
santas Centola y Elena, un pequeño templo fechado a finales del siglo VIII que puede considerarse como una de las basílicas cristianas más antiguas que se conservan en
Burgos.
A principios del siglo VIII y debido a los golpes del islam, el estado visigodo entró en crisis. Algunos de sus nobles quedaron aislados, pero siguieron ejerciendo su labor de vigilancia. Es el caso del “senior” Fredenandus y de su esposa Gutina.
Además de encontrar
refugio en Castrosiero mandaron edificar una sencilla
iglesia en honor a dos veneradas santas burgalesas, Centola y Elena, que según una
tradición fueron martirizadas en ese lugar en tiempos de Diocleciano.
El templo es de tradición tardovisigoda, finales del siglo VIII, y presenta una sola nave de planta rectangular con
ábside cuadrado. Sus muros son de mampostería y sillarejo y el
arco de triunfo del presbiterio insinúa su primitivo trazado en herradura.
En la cabecera se abre una pequeña
ventana en forma de aspillera, con arco de herradura y culminada por una inscripción en la que se consigna el nombre de los fundadores, la fecha de su consagración, año 782, y aparece un elemento decorativo que recuerda el
árbol de la vida.