Los
mapas detallados suelen indicar al sureste de Valdezate, en la raya con la provincia de
Segovia, el
torreón de Corcos. Muy cerca nace un manantial en el que se inicia el Chorro de Corcos. El torrente ha abierto un profundo foso a quien debe su nombre. Se dice que en lugar tan desolado hoy día hubo antes un poblado. Abundan las tenadas como región eminentemente ganadera que es. Corcos podría, muy bien, tomarse como símbolo de
torre defensiva de rebaños estantes (del lugar y del conde de Miranda) y trashumantes (aunque la Mesta nunca tuvo
torres propias).
Del torreón sólo queda un paredón al Oeste. Los restos de la base indican un paralelogramo de unos ocho por cuatro metros de lado. Lo conservado es de considerable grosor, todo de mampostería. Con la decadencia de la
ganadería lanar vino también la de
Valdezate y
pueblos circundantes.
En 1707 los vecinos se quejaban de su pobreza, de su dedicación al “vino tan contigente a los temporales que los más de los años se pierden” y que buena parte de los
frutos cosechados iban a parar a obras pías.
A la cima del espolón formado en la desembocadura del antes mencionado Chorro de Corcos se le denomina “Castrejón”, nombre que seguramente hace referencia a un antiguo punto fortificado.
La única pared en pie de este torreón está orientada al Oeste, siendo el paño bastante grueso y de mampostería. Los restos de la base muestran un rectángulo de unos ocho por cuatro metros por lado.
Parece ser que la función de este elemento arquitectónico fue la de torre defensiva de los rebaños del lugar y del conde de Miranda y posteriormente de los rebaños trashumantes. En este paraje probablemente hubo un poblado y en un término cercano llamado Castejón pudo existir un lugar fortificado.
Otras
fuentes aseguran que los restos existentes son de la desaparecida
Iglesia del despoblado de Corcos, despoblada a finales del siglo XVII y adscrita a
Fuentelisendo donde se llevaron su sonora
campana y su
pila bautismal.