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VILLADIEGO: Tomar las de Villadiego...

Tomar las de Villadiego

Lo mismo que escaparse, huir, largarse más que de prisa, poner los pies en polvorosa.
-Este refrán es muy antiguo, como que le uso ya el autor de la Celestina, o Calixto y Melibea, drama prosaico escrito en el siglo xv, y se halla también en la colección anónima de refranes que se imprimió en Zaragoza el año de 1549.
-D. Sebastián de Covarrubias supone que en un principio no se decía tomar las de Villadiego sino tomar las calzas de Villadiego ó coger las de Villadiego.
-Y con este motivo dice que el origen de este refrán vendría de que un tal Villadiego, se vería en algun aprieto o compromiso y no le dieron lugar a ponerse los calzones o calzas, y con ellas en las manos se fue huyendo.
-Otros suponen que tomar las de Villadiego equivalía a tomar las alforjas; indispensables un dia en España para viajar y llevar en ellas las provisiones que no era fácil encontrar en las ventas y posadas.
-Añaden algunos que a las alforjas se les daba el nombre de Villadiego, porque se suponía que Villadiego pueblo de la provincia de Burgos, era una especialidad para la fabricación de ellas, que nosotros hemos reemplazado con la mala, maleta, saco de noche, sombrerera y elegante cartera.
-Algunos dicen; tomar las hebillas de D. Diego, por tomar las de Villadiego.
-Coger las de Villadiego entendían otros tomar o ponerse las alpargatas, como medida muy a propósito para viajar con ligereza.

También se decía:
-Coger las del martillado, que en lenguaje germanesco o gitano es el camino, y de aquí martillar es caminar, entre aquella canalla.
-En la Visita de los chistes de Quevedo dice este que aquel D. Francisco de Vargas por quien se formó el modismo, Averígüelo Vargas -que en su lugar explicamos- topó con Villadiego y que deseoso de conocer el origen de este refrán le dijo: Señor Vargas, pues V. m. lo averigua todo, hágame merced de averiguar quien fueron las de Villadiego, que todos las toman, porque yo soy Villadiego, y en tantos años no lo he podido saber, ni las hecho menos, y quería salir de este encanto. A cuya pregunta, sin duda por no poder tampoco satisfacerla, se excusó prudentemente Vargas de contestar.
* La Sabiduría de las naciones, ó, Los evangelios abreviados…, año 1862. Vicente Joaquín Bastús