Hace pocos días estuve en Villadiego, recorrí sus calles, y los soportales donde a mediados de septiembre iba a que algún labriego me contratara para las tareas propias del otoño. Bajo los soportales y la pétrea mirada del ilustre FR Enrique Flórez, paseábamos los demandantes de trabajo, y nos dábamos a conocer entre sí, charlando sobre pueblos y amos. Los amos tambien paseaban sopesando la mercancía antes de dirigirse al eventual criado.- Esté demasiado joven, esté demasiado viejo, este demasiado flaco, o este demasiado gordo,- este ya le conozco, este es de tal o cual pueblo... Con una rápida pero meditada valoración respecto a su gusto. el futuro amo se dirigía al sujeto escogido, y le hacía una oferta que normalmente a la primera de cambio era rechazada, con lo cual se dirigía a otro. Así se fijaba un valoración de mercado en el que cada cual tenía un precio. Sabíamos los criados valorar el pueblo del amo, y a ser posible se evitaba ir a tierras de patatas, donde tenían fama de hacer trabajar mucho y dar a comer poco, lo que hacía que pagaran algo mas. Si las diferencias estaban aproximadas se solía demandar a una tercera persona para que partiera y diera fe de lo acordado. El resto un apretón de manos y un porroncillo de vino en la sempiterna taberna de Peruco. Esta taberna era el restaurante del pobre, o del que con cierta premura tenía que irse para el pueblo, en ella se compraba bonito de lata o sardinas pan, que paste, y el indispensable porroncillo con su vinillo ojo de gallo. Sírvase ud mismo y la mesa incluida en el precio. Había otro bar, no recuerdo muy bien si su nombre, era La Gallega o La Gabriela, a él iban a comer los amos, y los que llegaban a vender sus excedentes de unos pocos sacos de diversos productos, algunas crías de gorrinos, o simplemente si eran de los más cercanos pueblos, utilizando el lunes como coartada, y con la excusa de ver cómo estaba el mercado a pasar el día en tiempo de poco laboreo.
Aunque el sistema de contratación era similar al utilizado por los terratenientes andaluces, difería mucho en su dimensión y formas. Aqui no se trataba de terratenientes que mandaban a sus implacables capataces a contratar con soberbia de perro dominante a un ingente número de braceros acuciados por la necesidad de un trabajo por un misero sueldo desechando a quienes habían demostrado un atisbo de rebeldía ante el todopoderoso amo.
Los eventuales amos se dirigían al aspirante a ser contratado, con la humildad de entre iguales. eran pequeños agricultores que por tener los hijos demasiado pequeños o los padres demasiado viejos, precisaban una ayuda para la siembra o para la recolección. Se convivía en su propia casa, se comía de su mismo pan, y se trabajaba codo con codo.
No obstante Siendo las gentes de los pueblos a pesar de su cercanía muy suyos, no era fácil que los mozos del pueblo te admitieran como uno más, siempre eras el criado de fulano o zutano, cosa que a pesar de la poca diferencia económica creaba un complejo de inferioridad, teniendo en cuenta la prematura edad en la que transcurría la historia. No obstante en mi caso no era mal recibido, y con catorce años era admitido en la cuadrilla de los mozo, una especie de institución en los pueblos, y bien visto por las mozas, tal vez porque era algo mas alto y un poco menos cazurro de la media.
Esta experiencia mía, transcurrió entre los catorce y dieciocho años. Años, en los que cambió radicalmente la cosa produciéndose un éxodo rural de características bíblicas. Amos y criados partimos en busca de un porvenir más esperanzador. Ironías de la vida. Un claro dia me encontre con un antiguo amo al que le busque trabajo.
El Villadiego de la época tenía un rancio sabor medieval con una ligera modernidad. Se habían sustituido las calzas por la pana y la boina de los Domingos. La contratación de braceros, la llegada de mercancías en carros, a lomo de burros o mulos, el destartalado bus con pollos, huevos, y personas en su vaca. un viejo camión de un tal Valerio que llegaba repleto de una mercancía tan variada como pollos, conejos granos cerdos o personas. En el centro de la plaza fr Florez impasible vigilante. Y no faltaba en determinados días señalados la hábil "Maña" y su secretario, que con una graciosa palabrería congregaba a su alrededor numeroso público al que divertía con sus ocurrencias, y de paso embaucaba dando gato por liebre. "Apunta secretario estos calcetines para el caballero narizotas" Pues no tiene nada de arte. Pues mire usted si tengo que he sido capaz de engañarlo a usted que está sembrao. Era un corto diálogo entablado entre embaucadora y embaucado, que concluía con las carcajadas de la numerosa concurrencia.
De tanto tomar las de Villadiego me aprendí las polvorientas callejas, el ruinoso palacio de los inevitables Velasco, La Graviela o la Gallega, un vetusto garaje donde arrendaban vetustas bicicletas, el marrullado arco, un soportal soportado con vetusta madera. El breve poema con alusión a la villa " Villandiego era un soldado que..... Una ermita en precaria conservación, y una de las iglesias con su tejado en mal estado. El simple hecho que dos ilustres frailes sean los ilustres personajes de la villa, denota que esos pagos no son tierras de ingenieros.
Han pasado los años y me encuentro un Villadiego aseado, con su armadura pulida. Y como no, la taberna hoy bar de Peruco. Eterno Peruco que tantas cosas me evoca. Una nueva inscripción figura como guardando su puerta. Recuerda con atención cuando llegues a esta villa si en... y ahí está la anilla, dando un aire rancio a la villa.
Todo esto y mucho mas podria contar del acontecer en torno a Villadiego. Con frecuencia me encuentro con paisanos que vivieron la miseria de la época, que despotrican del incierto presente, tal vez por la cercanía del futuro cierto. Viejos ufanos que rehuyen hablar de sus pasadas miserias. Olvidando, desprecian al pobre, que hoy como ellos ayer lucha por la supervivencia.
En una actividad del colegio de mi nieta, fuimos invitados los abuelos a hablar de los pasados años. Un docente me comentó que los niños habían recibido una magistral clase de historia viva, sin reyes ni generales, que perdiendo batallas se cubrían de gloria.
Aunque el sistema de contratación era similar al utilizado por los terratenientes andaluces, difería mucho en su dimensión y formas. Aqui no se trataba de terratenientes que mandaban a sus implacables capataces a contratar con soberbia de perro dominante a un ingente número de braceros acuciados por la necesidad de un trabajo por un misero sueldo desechando a quienes habían demostrado un atisbo de rebeldía ante el todopoderoso amo.
Los eventuales amos se dirigían al aspirante a ser contratado, con la humildad de entre iguales. eran pequeños agricultores que por tener los hijos demasiado pequeños o los padres demasiado viejos, precisaban una ayuda para la siembra o para la recolección. Se convivía en su propia casa, se comía de su mismo pan, y se trabajaba codo con codo.
No obstante Siendo las gentes de los pueblos a pesar de su cercanía muy suyos, no era fácil que los mozos del pueblo te admitieran como uno más, siempre eras el criado de fulano o zutano, cosa que a pesar de la poca diferencia económica creaba un complejo de inferioridad, teniendo en cuenta la prematura edad en la que transcurría la historia. No obstante en mi caso no era mal recibido, y con catorce años era admitido en la cuadrilla de los mozo, una especie de institución en los pueblos, y bien visto por las mozas, tal vez porque era algo mas alto y un poco menos cazurro de la media.
Esta experiencia mía, transcurrió entre los catorce y dieciocho años. Años, en los que cambió radicalmente la cosa produciéndose un éxodo rural de características bíblicas. Amos y criados partimos en busca de un porvenir más esperanzador. Ironías de la vida. Un claro dia me encontre con un antiguo amo al que le busque trabajo.
El Villadiego de la época tenía un rancio sabor medieval con una ligera modernidad. Se habían sustituido las calzas por la pana y la boina de los Domingos. La contratación de braceros, la llegada de mercancías en carros, a lomo de burros o mulos, el destartalado bus con pollos, huevos, y personas en su vaca. un viejo camión de un tal Valerio que llegaba repleto de una mercancía tan variada como pollos, conejos granos cerdos o personas. En el centro de la plaza fr Florez impasible vigilante. Y no faltaba en determinados días señalados la hábil "Maña" y su secretario, que con una graciosa palabrería congregaba a su alrededor numeroso público al que divertía con sus ocurrencias, y de paso embaucaba dando gato por liebre. "Apunta secretario estos calcetines para el caballero narizotas" Pues no tiene nada de arte. Pues mire usted si tengo que he sido capaz de engañarlo a usted que está sembrao. Era un corto diálogo entablado entre embaucadora y embaucado, que concluía con las carcajadas de la numerosa concurrencia.
De tanto tomar las de Villadiego me aprendí las polvorientas callejas, el ruinoso palacio de los inevitables Velasco, La Graviela o la Gallega, un vetusto garaje donde arrendaban vetustas bicicletas, el marrullado arco, un soportal soportado con vetusta madera. El breve poema con alusión a la villa " Villandiego era un soldado que..... Una ermita en precaria conservación, y una de las iglesias con su tejado en mal estado. El simple hecho que dos ilustres frailes sean los ilustres personajes de la villa, denota que esos pagos no son tierras de ingenieros.
Han pasado los años y me encuentro un Villadiego aseado, con su armadura pulida. Y como no, la taberna hoy bar de Peruco. Eterno Peruco que tantas cosas me evoca. Una nueva inscripción figura como guardando su puerta. Recuerda con atención cuando llegues a esta villa si en... y ahí está la anilla, dando un aire rancio a la villa.
Todo esto y mucho mas podria contar del acontecer en torno a Villadiego. Con frecuencia me encuentro con paisanos que vivieron la miseria de la época, que despotrican del incierto presente, tal vez por la cercanía del futuro cierto. Viejos ufanos que rehuyen hablar de sus pasadas miserias. Olvidando, desprecian al pobre, que hoy como ellos ayer lucha por la supervivencia.
En una actividad del colegio de mi nieta, fuimos invitados los abuelos a hablar de los pasados años. Un docente me comentó que los niños habían recibido una magistral clase de historia viva, sin reyes ni generales, que perdiendo batallas se cubrían de gloria.
Ufff, como me recuerda esto a tiempos de mi niñez.
Confieso no entender a mis paisanos de esos años que vivieron llevando con cristiana dignidad, y austeridad de fraile, de una tierra huraña que nada ofrece si no es arrancando sus entrañas. Defienden con nostalgia aquellos tiempos sin reparar en que fueron mucho peores que los actuales. Por supuesto que el ambiente en Villadiego era mas movido, mas vivo, con muchos jóvenes, con un bullicioso mercado, pero mucho mas pobre, y como lo pobre y lo viejo, con olor a tocino rancio. Eran los años sesenta y un humillante sistema de contratación aun perduraba en Villadiego, No se de otras villas del entorno en que existiera. Y allí acudíamos a buscar un amo por unos meses o por un año. Un amo de par de vacas o mulas, y una punta de ovejas, que como ya he dicho, por tener los hijos demasiado jóvenes o los padres demasiado viejos, precisaban un mozalbete que por poco mas del pienso, les echara una mano en sus cíclicos quehaceres.
Entiendo la nostalgia del potentado de aquellos años, pues su posición económica le daba poderío, ante los supervivientes, que éramos los mas, pero repito no puedo entender, a mis paisanos, que la necesidad, que no la aventura, les forzó a huir de sus lares, y fuera de ellos han prosperado mas de lo soñado y ahora se permiten el "lujo" de volver ufanos al pueblo con cierto aire de triunfadores, ante los que en él han quedado. Y olvidando sus pasadas circunstancias, despotrican de la emigración que nos llega, alegando que nosotros éramos de otra manera, y obvian que ayer como hoy el emigrante no era bien recibido. Y como no, añoran la mano dura, el palo y tente tieso. En lugar de apuntar hacia arriba lo hacen hacia su propio pie, sin reparar que en un tiempo les rondó la miseria, y que si tal desaliñada señora aparece, seremos los primeros en recibirla.
Me encanta ir a Villadiego, recorrer sus antiguos sopórtales, respirar su aire de ciudad vieja, tomar un blanco en el eterno bar de Peruco, comer y partir cargado de melancolía.
Entiendo la nostalgia del potentado de aquellos años, pues su posición económica le daba poderío, ante los supervivientes, que éramos los mas, pero repito no puedo entender, a mis paisanos, que la necesidad, que no la aventura, les forzó a huir de sus lares, y fuera de ellos han prosperado mas de lo soñado y ahora se permiten el "lujo" de volver ufanos al pueblo con cierto aire de triunfadores, ante los que en él han quedado. Y olvidando sus pasadas circunstancias, despotrican de la emigración que nos llega, alegando que nosotros éramos de otra manera, y obvian que ayer como hoy el emigrante no era bien recibido. Y como no, añoran la mano dura, el palo y tente tieso. En lugar de apuntar hacia arriba lo hacen hacia su propio pie, sin reparar que en un tiempo les rondó la miseria, y que si tal desaliñada señora aparece, seremos los primeros en recibirla.
Me encanta ir a Villadiego, recorrer sus antiguos sopórtales, respirar su aire de ciudad vieja, tomar un blanco en el eterno bar de Peruco, comer y partir cargado de melancolía.