Según una leyenda,
San Indalecio llegó a Auca (
Villafranca Montes de Oca), en pleno
Camino de Santiago, donde fundó sede episcopal y fue obispo. Sufrió martirio y en el punto en que cayó la sangre del
santo surgió un manantial con sus
aguas teñidas de rojo.
Efectivamente, en las
piedras del fondo se aprecian unas pequeñas motas rojas, como si fuera sangre del santo. La realidad puede ser que estas aguas son muy ricas en hierro y las motas están causadas por su oxidación, pero la leyenda sigue alimentando la devoción a San Indalecio.