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Muralla, VILLAHOZ

Puede datarse en torno al siglo XIV, rodeaba toda la villa y tenía forma redondeada. De las murallas quedan buenos trozos de lienzo. El plano del caserío actual reproduce con toda fidelidad su primitiva dirección. Desde el Arco de la Torre, al Sur, bajan hacia el noroeste y, formando un amplio semicír­culo junto a la carretera, tuercen para ir en sentido opuesto por el “camino de las cavas” hasta enlazar con el Arco de la Fuente.

Es la parte mejor conservada. Tras formar un ángulo recto se dirigen hasta el cerro de las bodegas (en donde englobaron al antes mencionado to­rrejón) y replegándose sobre sí mismas vuelven al Arco de la Torre. De esta segunda parte sólo quedan escasísi­mos restos que sirven de base a viviendas campesinas. A pesar de encontrarse el pueblo recostado en una suave ladera en algunos puntos más difíciles fue necesario la formación de entrantes y salientes, explicables también por el deseo de darles mayor solidez. Lo hoy conservado alcanza distintas alturas. Mide metro y medio de espesor y todo el muro está construido de muy buen sillarejo a base de toba.

El Arco de la Torre es la entrada principal a Vi­llahoz. Es de planta cuadrada y mide unos ocho metros de lado. Su arco, tan suavemente apuntado que parece de medio punto, es de breve dovelaje. Está flanqueada por saeteras. Como ha perdido unos dos metros de altura sólo se aprecian tres canes que sirvieron de base a una la­dronera. Interiormente tiene arco rebajado, sobre el que hay un nicho para una imagen. Los materiales constructi­vos son de gran tamaño, pero muy irregulares.

El Arco de la Fuente se halla al Norte. Es más am­plio, pero también más tosco que el anterior. Su arco es de medio punto. En el ángulo del Este puede verse el inicio de un garitón sobre modillones. Diversas saeteras defienden el paramento. Parece que esta obra podría fe­charse hacia comienzos del s. XVI.

Las puertas descritas se abren en los extremos opues­tos de la Calle Real, a la que van a parar el resto de las calles. No existen más salidas, pero cabría pensar en al­gún portillo al Este que diese paso al camino del Verdu­gal y otro en el lienzo opuesto, junto al lavadero, pero no existen restos que lo demuestren. A fines del s. XVIII el comunicante de Tomás López escribía sobre Villahoz: “Está en una ladera nada agria. Ha estado cercado de muro, la parte superior tapiería y la inferior de bien cala­fateada mampostería con su almenaje y caba tres puertas una al Norte, otra al Sur y la tercera al Sur-Este.”