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Ermita de Nuestra Señora de Los Remedios, VILLALACRE

por Pedro Lozano Huerta
ESTA ERMITA ESTÁ SITUADA a las afuera del pueblo, junto a la carretera, sobre una ligera loma. Construida en mampostería, con esquinales y vanos de sillería, tiene una sola nave, con cabecera recta orientada al este, puerta al sur y sacristía moderna adosada al macizo muro septentrional. Todo el conjunto refleja un románico popular, pobre y tardío, con notables influencias góticas, fechable cuando menos a mediados del siglo XIII.
La cabecera cuadrangular, muy sobria, luce sobre el testero una espadañita moderna, de un solo vano y conserva sólo el alero meridional, puesto que el del lado norte desapareció o se ocultó al añadirse la sacristía. Consta de cornisa achaflanada sostenida por cinco toscos canecillos de nacela.
La nave, de mayor anchura y altura, comparte la misma simplicidad que la capilla mayor, con una puerta moderna abierta en la fachada meridional, cuyo muro se remata con una cornisa de listel y chaflán sobre dieciocho canecillos de
arenisca, muy erosionados, pero entre los que aún se llega a apreciar uno con rasgos de animal –puede ser un can o un felino–, otro de tipo nacela, y variadas formas en el resto: semicirculares, con círculos interiores, geométricos, etc.
El alero del muro norte de la nave repite en sus quince canes los mismos esquemas decorativos ya vistos, y aunque el primero parece estar figurado, el mal estado en que se halla impide una correcta identificación.
Pasando al interior del pequeño templo, encontramos que el espacio del ábside está dividido en dos tramos por un arco fajón que apoya sobre ménsulas, sosteniendo a la bóveda de cañón apuntado que parte de una línea de imposta lisa. En el muro izquierdo del tramo más occidental hay una credencia, pudiendo suponerse que enfrente se hallaba otra simétrica, desaparecida al abrirse la ventana de época posterior.
La nave, cubierta con madera a dos aguas, no ofrece elementos característicos del momento original y sus muros, como los de la cabecera, se hallan revocados y pintados con vivos colores, seguramente aplicados en el siglo XIX.