Durante los siglos XVI y XVII el
camino Real que enlazaba Bilbao con
Madrid tuvo un continuo tránsito de mercancías. Como consecuencia de ello, en el año 1787 se levanto en
Villaluenga, junto al camino, la
ermita de
San Antonio de Padua, un encargo de D. Gil de Castresana Villota Ortiz de Orive, empleado en el Real oficio de furriera de la
Casa Real en tiempos de Carlos III, llegando a ser Mayordomo de
Palacio.
El rey le concedió dispensa para edificar el templo al
santo, del cual era también devoto. La
tradición cuenta que el fundador trató de hacer una visita a la
iglesia una vez terminanda, pero murió envenenado en el trayecto. En el interior hay sendos retratos del rey y del fundador y al exterior un
escudo de este último.
En el pasado, se celebraba una concurrida
romería en la que había muchos puestos de venta, siendo típica la adquisición de cebollinos para replantar en el
huerto y las primeras
cerezas de la temporada. Perdida durante décadas, la romería se ha recuperado con fuerza y se celebra cada año el fin de semana más cercano a San Antonio de Padua (13 de Junio).