los vecinos quisieron hacer un
homenaje a don Eliseo Martínez López, el cura que se acaba de jubilar después de casi 50 años de acción parroquial en Cardeñuela y los
pueblos del entorno: Orbaneja, Quintanilla,
Villalval y
Rubena.
Los vecinos, agradecidos a don Eliseo, que cumplió 76 años el pasado mes de noviembre, no quisieron faltar al emotivo acto y ayer le prodigaban besos, se hacían
fotos con él a la salida de la misa, que concelebró, y después ya en un ambiente festivo gastronómico, le agasajaban en la carpa con la entrega de regalos por parte de la corporación municipal y la asociación de vecinos. Don Eliseo, que también se licenció en Geografía e
Historia y fue durante 31 años profesor del
colegio de
San Pedro y San
Felices, llegó a Cardeñuela cuando había barro en las
calles, barro que pisó durante unos cuantos años -como le vaticinaron don Timoteo y el arzobispo que le nombró, don Segundo- hasta que los fondos públicos fueron llegando a los
ayuntamientos y se comenzaron a hacer obras en los pueblos, entre ellas, el asfaltado de las calles. Antes de aterrizar en estos pueblos de Riopico había tenido otros destinos, nunca demasiado tiempo, como en la
iglesia de la Anunciación en la capital burgalesa, donde fue coadjutor dos años, para pasar después a Melgar de Fernamental, Salazar de Amaya,
Cuevas de Amaya... hasta que en el año 1971 llega a Cardeñuela. Desde el primer momento, don Eliseo quiso integrarse en los pueblos. Eso de ir solo a decir misa y dar un sermón no iba con él, así que como aficionado al
fútbol que era y es, no dudó en ponerse a jugar con el equipo local los domingos después de la homilía. Eso le permitía estar en contacto con la gente
joven, dice. Pero igual que le daba al balón, le gustaban los bolos, así que también jugaba con los vecinos, con quienes igualmente, compartía partidas de cartas -subastado o mus- y vinos en la cantina. "Para no solo verlos en la iglesia, sino hablar en persona con unos y otros y así enterarme de las cosas que pasaban en el
pueblo y crear una cercanía con ellos", recuerda.
Don Eliseo sacó de estos pueblos por primera vez a muchos vecinos de
excursión, primero por las localidades cercanas, después por otras comarcas de la provincia, más tarde traspasando los límites de ésta para visitar el Pilar de
Zaragoza o la
Catedral de Santiago de Compostela y después más lejos para ver los
santuarios de Fátima y Lourdes. Tantos años y tantas vivencias han dejado un poso en varias generaciones de estos pueblos. Por eso, el cura no pudo por menos que decirles a sus feligreses en su despedida que "se va Eliseo cura, pero queda el Eliseo
amigo". Se va, eso sí con un pesar, el de dejar el sacerdocio sin ver restaurado el
retablo de la iglesia, por el que tantos esfuerzos están haciendo los vecinos de Cardeñuela. Ahora, ya solo espera que se puede conseguir el dinero necesario para restaurarlo y que pueda acudir al pueblo para verlo de nuevo en todo su esplendor y disfrutarlo con los vecinos.