A pesar de estos paisajes de mosaico y emboscados, naturaleza casi prístina de hermosura, donde crece el quejigo, el rusco y el madroño, el roble y la chaparra encina. Los arroyos, los veneros, siguen manando agua cristalina donde bebe el tímido corzo, el astuto raposo, el bravo jabalí y el totémico lobo; y que ahora el homo sapiens, que aún conserva mucha genética neandertal, dice que depredan huertas, prados, arboledas y rebaños. Y por ello hay que exterminar. Y él homo sapiens, el mayor depredador y contaminador del planeta Ttierra, ¿acaso es el dios o el juez de lo que tiene que morir o vivir?, cuando su existencia depende del oxigeno que nos suministran las humildes briznas de las hierbas?